El Estado de Bienestar: ¿Solución o un Sueño a Medias?
Por Ruben Dario GV
El 2025 nos encuentra en un punto crítico de nuestra historia social y económica. El Estado de Bienestar, pilar en la lucha contra la pobreza y la desigualdad en México, ha sido una herramienta invaluable para millones de ciudadanos. Sin embargo, sus desventajas y desafíos emergen como sombras sobre lo que podría ser una herramienta de justicia social.
La inversión pública en programas sociales ha generado un déficit fiscal insostenible. La carga económica recae desproporcionadamente sobre las generaciones jóvenes, quienes ven su presente hipotecado para sostener un sistema que beneficia, en gran medida, a los jubilados y a otros sectores vulnerables. Este esquema plantea una pregunta inquietante: ¿estamos construyendo un sistema que asegura el bienestar de todos o simplemente perpetuamos desigualdades intergeneracionales?
En la ética del trabajo, también se revelan fisuras. La comodidad de algunos al depender de las ayudas gubernamentales, en lugar de buscar una fuente propia de sustento, desestabiliza el equilibrio entre derechos y responsabilidades. Este ciclo de dependencia no solo afecta a quienes lo viven, sino que también mina los valores que sostienen el tejido social.
La corrupción y la burocracia son los acompañantes silenciosos pero persistentes de estos programas. La desviación de recursos, sumada a una administración ineficiente, erosiona la confianza pública. En palabras de un reconocido analista político, “la confianza es el cemento que mantiene unida a la sociedad; sin ella, todo se desmorona”. Cuando los ciudadanos perciben que los recursos destinados a su bienestar se pierden en los laberintos de la corrupción, la desilusión se convierte en el peor enemigo de las democracias.
El envejecimiento de la población complica aún más este panorama. A medida que crece el porcentaje de adultos mayores, los sistemas de pensiones y salud enfrentan una presión insostenible. El país en poco tiempo, enfrentará escases económica, para mantener estos programas, por lo que, se tendrá que aumentar los impuestos, generando una burbuja que será difícil detener.
Paradójicamente, el amplio respaldo popular hacia estos programas puede ser su mayor amenaza. La satisfacción inmediata oculta los costos a largo plazo. La aceptación casi ciega de los apoyos sociales impide un debate crítico sobre sus implicaciones estructurales. ¿Estamos solucionando los problemas del presente a costa del futuro? ¿Es justo sacrificar el desarrollo económico y la justicia intergeneracional en nombre de un bienestar efímero?
El Estado de Bienestar, con todos sus logros y limitaciones, debe ser una herramienta de transformación sostenible. Transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad fiscal no son solo valores deseables, sino condiciones imprescindibles para que estos programas cumplan su propósito sin comprometer el futuro de nuestra nación.
El reto no es menor, pero el potencial es inmenso. El México que pretendemos ser, no puede construirse sobre bases frágiles. Es hora de cuestionar, debatir y actuar con la determinación de quienes buscan no solo sobrevivir, sino prosperar en un país verdaderamente justo. |