La vida está en otra parte
Arturo Márquez Murrieta
La Brújula, espacio cultural en el corazón del Bosque de Niebla en su sexto aniversario
La primera vez que los vi, hace como 8 años, fue en el mercado orgánico “Coatl” en el centro de Coatepec. Estaban en una mesa en medio del mercado con unos barriles de donde servían su cerveza artesanal. Creo que en ese entonces la primera que probé fue la “Fiebre Tropical”, una Indian Pale Ale (IPA) que sigue siendo hoy en día una de mis favoritas. Ahí estaban Mike y Valeria a quienes no conocía, pero recuerdo que la primera vez que probé su cerveza les comenté emocionado que era la cerveza más parecida a una Ale inglesa. Yo había estado por cuatro años en Inglaterra y me aficioné a las Ales y los Pubs británicos, y no había probado ninguna cerveza en México que se les pareciera, hasta que conocí las cervezas la “Brújula” que hacen Mike y Vale.
Uno o dos años después de eso, hace seis años, en 2016, en una de esas visitas sabatinas dentro de ese galerón lleno de productos regionales exquisitos -en las que aprovechaba para tomarme una de las cervezas de Mike y Vale, que hacía siempre más agradable dar la vuelta por los pasillos del mercado, saboreando una buena ale amarga y fría en medio del calor y el son jarocho que se oía desde el fondo de la galera- Mike me dijo que abrirían un local permanente en la Pitahaya y que me invitaba a la inauguración.
Creo que Paty y yo no pudimos ir a la inauguración, pero fuimos un par de días después. En una bodega en desuso en Mariano Escobedo, muy cerca de la Pitahaya (en el corazón de Zoncuantla, Coatepec) Mike instaló sus tanques de acero y alambiques para fermentar y elaborar cerveza. La mitad del lugar estaba ocupado por esas grandes máquina plateadas y relucientes de donde salían mangueras y más sistemas de fermentadores que hacían parecer el lugar un sofisticado laboratorio. En la otra mitad había un par de tablones y mesas. Así empezó ese mágico espacio que es hoy la Cervecería Brújula.
Al igual que en cualquier pub inglés, lo primero que haces al llegar es ir a la barra y al black board, ver qué cervezas hay en el momento, ordenar, pagar y llevártela tú mismo a la mesa, rompiendo con el esquema tradicional de que un mesero o mesera te esté atendiendo. Ya de entrada ese aspecto hace a la Bújula especial y única.
Brújula tiene, desde mi punto de vista, las mejores cervezas artesanales no sólo de la región, sino del país. Algunas de las cervezas que puede uno probar ahí son: Fiebre Tropical que ya mencioné, es una Indian Pale Ale (IPA); Cuarto Oscuro, una stout irlandesa; Sombra Viajera, black IPA; Pitahaya Pale Ale; Petit Saison, estilo belga; Porter y Coffe Porter; Jaguar del Golfo, stout; Chiky Baby, golden ale; Diente de Oro, west coast ipa; Jacky Brown, american brown ale; Espectro, doble ipa; Huele de Noche, black ipa; Brusky, Viena lager. Y varias otras con nombres excéntricos como Paraíso Perdido, Xalápagos, Microdosis, Quiahuixtlán, Mazapánico.
Poco a poco, Mike y Valeria fueron invitando a músicos locales de jazz y de son jarocho que en un principio se ponían en la primera esquina junto a la entrada de la bodega. Se fue haciendo costumbre que cada viernes y sábado, de manera casi espontánea y sin grandes anuncios, los músicos se presentaran a tocar en ese pequeño espacio con sus propios aparatos de sonido y bocinas. Ahí estuvieron Paty Ivison y también mi hijo Juan Carlos “Ma-Flo”, entre muchos otros artistas locales principalmente de jazz.
En esos primeros meses, el jardín detrás de la bodega sólo era el camino para ir a unos baños secos en formas de kipi indio, pero luego ese jardín fue convirtiéndose en el lugar de los fandangos y del son jarocho, con tan solo un pequeño techo de bambú como escenario. Y fue llenándose de pequeñas mesas de madera, que la gente movía al gusto. Los evento musicales se volvían más frecuentes y concurridos, llenos de familias con hijos y visitantes de la zona de la Pitahaya y Zoncuantla, pero ya empezaba también a concurrir extranjeros a los que les atraía el ambiente y la música local.
Ese patio-jardín exterior se volvió en un espacio de son jarocho. Ya luego empezó a haber de todo tipo de música, pero Mike y Vale siguen promoviendo e invitando a los jaraneros, a grupos de son jarocho y a los fandangos. Ahora cada jueves hay talleres y clases de son jarocho y zapateado, y al final un fandango comunitario.
La Brújula es un lugar, un espacio de libertad. Las personas y familias llegan con sus perros que andan libremente por todo el jardín. Incluso Valeria adoptó a unos perros que viven y andan por ahí y que se llaman “Brú” y “Julas”. Los niños y niñas juegan libres por todos lados. Los clientes van y vienen para ordenar o para saludar y convivir. Se fue llenando y se fue ampliando, creciendo, mejorando. En poco tiempo el espacio exterior fue modificándose para contar un día con una estructura de bambú que lo cubre todo con plantas, árboles, macetas, y un piso de piedra caliza, con sencillas mesas de madera de pino. Luego vendrían nuevos baños, una cocina más grande, y un escenario que puede albergar ya una banda completa de músicos, con equipo de sonido de primer nivel. Frente al escenario un piso de madera donde la gente baila.
Ahora se presentan excelentes músicos y grupos musicales. Destaca la variedad y originalidad de conciertos de “world music” que llegan a la Brújula. Pero hay de todo: excelentes jazzista de primera calidad; músicos jóvenes que van empezando egresados de la Escuela de Jazz de la UV como Valentina Marentes, Lucía Gutiérrez, Ik Balam, Alejandra Paniagua, Ana Pau Reyes; o músicos consagrados como Patricio Hidalgo, Ramón Gutiérrez, Tonathiu Vázquez Vilchis, Beto Jiménez, Jatzziri, Paty Ivison, Edgar Dorantes, etc.; grupos famosos como Los Aguas Aguas, Sonex, Los Mirlos; música colombiana, africana, o fusiones extraordinarias como los Champetos del Jujú, entre muchos otros.
Dentro de la bodega principal hay obras de arte de artistas locales: fotografías, cuadros, pinturas. La Brújula es también una galería de arte. Frecuentemente hay exposiciones y encuentros culturales. Además, Mike y Valeria han buscado y propiciado la colaboración con otros espacios culturales como CAUZ y otras cervecerías artesanales.
Para mi una de las cosas más destacables de la Brújula es el lugar que le han dado a las mujeres. Más de la mitad de los artistas, tanto músicos como gráficos, que se presentan son mujeres. Cada semana hay bandas y grupos integrados únicamente por mujeres, además de solistas mujeres. También el staff está integrado por mayoría de mujeres. Ahí están Andrea, Sofía, Karla, de ejemplo. Y vale la pena decir que las y los empleados son también de la zona, es decir, la Brújula le da trabajo a más de 20 personas de las colonias aledañas.
Todo ello habla de un negocio y sus dueños con una conciencia muy diferente en relación al compromiso social y comunitario, al compromiso por hacer no sólo un negocio, sino por crear una comunidad, por promover a los artistas y la cultura, por propiciar espacios de convivencia, conciencia, armonía y esparcimiento desde el respeto, la valoración de la creación y performación artística y musical, y desde el gusto por la cultura y tradición local.
Durante la pandemia, la Brújula siguió y creció. No había conciertos, pero te llevaban las cervezas a tu casa, en los ahora típicos y famosos browles de la Bújula.
Hay que mencionar también la cocina y los alimentos. Utilizan productos locales, de productores de la región. Las pizzas son las mejores de todo Coatepec y Xalapa. Los kebabs, ensaladas, y platillos creoles son únicos e inigualables. Especial mención a los pasteles de “Casa Otilia”, que son pasteles caseros de recetas británicas de la conspicua y legendaria tía Otilia Cornueles que vivía en una cabaña del bosque cerca de La Joya, allá por las faldas del Cofre de Perote.
Me gusta ir a la Brújula en las tardes entre semana a leer cuando no hay mucha gente. Me gusta platicar con Mike y el equipo, personas amables y sencillas. Me gusta tomarme una Ale fría y estar ahí, escuchando la música del mundo. Me gusta ir al fandango y ver a mis hijos tocar la jarana. Me gusta estar en los conciertos y ver a la gente emocionada y feliz. Me gusta encontrarme con amigos y saludarlos, platicar, convivir. Todo eso es gracias a la Brújula.
Feliz cumpleaños querida Brújula. Te deseamos muchos años más, joven, sana, alegre y cervecera. |