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Lunes 20 de mayo de 2024
Román Güemes

Actualizado: 2023-03-15

La vida está en otra parte


Arturo Márquez Murrieta


Román Güemes


En 1990 regresé a Xalapa después de varios años en el DF (ahora Ciudad de México) estudiando en la UNAM. Recién egresado de Ciencia Política, quería involucrarme en el contexto político y cultural de Xalapa y de Veracruz, por lo que le pedí a Sergio González Levet que me permitiera un espacio en su revista “Línea”, a lo cual Sergio accedió y me permitió escribir libremente durante los siguientes años.


En “Línea” conocí, entre muchos otros, a Álvaro Belin, a Eleaney Sesma, a Francisco Morosini y a Román Güemes. En cada número de “Línea” yo leía los artículos de todos ellos, pero en particular disfrutaba muchísimo los artículos de Román. Cada uno era una fuente de aprendizaje riquísimo sobre la cultura huasteca y náhuatl del norte de Veracruz. Sus artículos estaban llenos de erudición, de datos y palabras, de verdadera maestría lingüística, al mismo tiempo que eran fáciles de leer y muy entretenidos. Para mí fue un verdadero honor conocer un día en la redacción, presentados por Sergio, a Román. Seguramente él no se acuerda de eso, pero para mí fue muy significativo porque yo ya lo admiraba a través de sus escritos de cada semana.


Supe entonces que Román no sólo es un antropólogo de profesión, sino un verdadero apasionado de toda la cultura huasteca y a lo largo de los años fue volviéndose un referente, desde la música, hasta la vestimenta, desde el lenguaje hasta la genealogía familiar.


En esos mismos años conocí a Olga Flores, hija de huastecos, y fui a Platón Sánchez, a la casa de sus abuelos. Así poco a poco fui conociendo un poco más la cultura huasteca en los viajes que cada año hacíamos a Platón. Mis hijos son una parte huastecos.


En alguna ocasión le comenté a Raymundo Flores Bernal sobre Román, le dije que era alguien que tenía que conocer. Román es también de Platón Sánchez y cada vez que lo veía me contaba de las familias de por allá, de Chiconamel, de Chalma y del propio Platón. Así que también a Román le dije que debía conocer a Don Raymundo. El día que por fin se juntaron, parecía que ya se conocían de toda la vida. En cierta forma todos los huastecos se conocen, aunque nunca se hubieran visto. Así estos dos sabios hablaron y hablaron. Ya luego no supe si se siguieron frecuentando.


Un poco después, como en el 94 y 95, yo trabajando en Gobierno del Estado, me tocó organizar los premios que otorga el estado, y uno de ellos tenía que ver con las culturas tradicionales. Varias personas postularon a Román Güemes y desde luego resultó ganador, junto con Raquel Torres. Me dio mucho gusto participar en ese proceso porque soy testigo que el jurado escogió correctamente.


Le perdí la vista por mucho tiempo, pero en estos últimos años, volví a encontrar a Román, a través de un grupo de amigos, casi todos músicos como Eloy Zúñiga, Fanny Delgado, Yuyú Pérez Apango, y de Carlos Juárez, un periodista de Tampico que es también un amante de la música y cultura huasteca. Otra vez pude comprobar la gran influencia y poder de Román en ya varias generaciones en la música huasteca y todo lo que la rodea.


Cada vez que lo encuentro en un concierto, en una reunión, en un fandango, me vuelve a decir de la familia de mis hijos, de las historias y linajes de hombres y mujeres ancestrales y míticos de Platón, Chalma y Chiconamel.


Román es un verdadero antropólogo, no porque haya estudiado mucho o por ser un académico calificado, sino porque es una persona que está en las comunidades y pueblos de la Huasteca, que ha mamado, vivido y transmitido su cultura.


Conozco varios antropólogos y antropólogas, incluso huastecas, que se dicen conocedoras, pero que nunca han convivido realmente con sus pueblos y comunidades; que dicen que escriben libros y no terminan ni una investigación; que se la pasan en el activismo en marchas y en mítines, pero que no pronuncian ni una palabra en huasteco o náhuatl. Román es todo lo contrario a la simulación académica y antropológica. Román vive en su cultura. Sin ser él mismo un “indio huasteco” (sic), es un hombre que se compenetró con su entorno, con lo que escuchó, vio, aprendió y vivió desde niño y joven. Luego lo estudió y luego regresó a promoverlo, hablando de él, cantándolo, escribiéndolo, transmitiéndolo.


Sé que en estos días Román no está bien de salud. Deseo de todo corazón que se recupere pronto para tener a Román entre nosotros muchos años más. Román es un veracruzano muy particular, es un huasteco universal, es un profesor no por tener un aula y una clase, sino por tener amigos, verdaderos amigos.


Querido Román quiero volver a encontrarte en un fandango y que me vuelvas contar tu historia, nuestra historia, la historia de todos nosotros a través de tu memoria y sabiduría sencilla. Quiero que vuelvas a pronunciar todas esas palabras en náhuatl o huasteco, que yo no entiendo ni conozco, pero que tú nos las traduces en cada ocasión y en todo momento.


@MarquezMurrietaMu

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