La vida está en otra parte
Arturo Márquez Murrieta
Michel Houellebecq o de la condición humana contemporánea
La buena literatura es aquella que te cambia, que te provoca ver todo con una nueva mirada. Así me pasa con Michel Houellebecq.
En los últimos meses he leído algunos de sus libros. Durante su lectura y después de cada novela, me he sentido un observador diferente con una interpretación distinta de la realidad y, sobre todo, de la condición humana en estas sociedades enajenadas y enfermas en que vivimos.
Las novelas de Houellebecq no tienen mucha trama. No son la típica novela en la que se va desarrollando un argumento y que trae un desenlace que uno espera conocer conforme avanza la historia o narrativa. Más bien son novelas en las que los personajes se nos presentan en sus existencias cotidianas y habituales como si fueran nuestras propias existencias. Seguimos leyendo no porque queramos saber qué va a suceder, sino porque cada frase y capítulo nos tocan en nuestra condición de personas en este mundo. Seguimos leyendo porque los personajes de Houellebecq plantean la vida y sus dificultades desde una existencia que los ahoga y nos ahoga.
Los temas de este impresionante escritor francés son la soledad, el individuo, la adultez, la decepción, las paternidades, la pareja, la sexualidad, el alcoholismo, pero, sobre todo, las relaciones humanas como la pareja, la amistad, la familia.
Desde una narrativa sencilla y clara, Houellebecq nos atrapa a través de existencias “normales” que reflejan una soledad terrible de hombres y mujeres asolados por el individualismo, el egoísmo, el hedonismo, el capitalismo y, principalmente, por el vacío existencial de personas que van rompiendo y deshaciendo relaciones interpersonales a lo largo de sus vidas.
Efectivamente, Houellebecq trata muchos temas y toca muchas problemáticas, pero creo que el centro de su narrativa son las relaciones. En sus novelas, habla con gran conocimiento de filosofía, sociología, literatura, arte, historia, arquitectura, medicina, etc., pero no son esos aspectos por los que nos cautiva. Lo que me pasa con este gran escritor es que nos hace pensar en nuestras propias vidas, de una manera cruda y hasta grotesca, desde las emociones y miedos más profundos que tenemos como la muerte, la edad, el envejecimiento, las enfermedades, las adicciones.
En ese sentido, casi todos sus personajes protagónicos son sobre todo hombres de mediana edad, entre 40 y 50 años, que viven con sus sombras y desolaciones producidas por esa desconexión emocional que surge a partir de, entre otros, el abandono de sus padres y madres. Así, Houellebecq habla de unas paternidades que abandonan y de infancias víctimas de adultos egoístas y atrapados en sus propios egocentrismos. En sus obras aparecen muchas depresiones y no pocos suicidios.
Por esto, teniendo a las relaciones como el leitmotiv en su obra, acompañada de partes de verdadera erudición filosófica o cultural y un trasfondo historias personales de abandono, adicción, soledad, enfermedad, etc., Houellebecq va presentando dos contextualidades simultáneas en sus novelas. Por un lado, va describiendo intercalada y subrepticiamente la actualidad francesa -y en ocasiones mundial- desde diferentes ámbitos o dimensiones como la cultura, la música, la arquitectura, la política, la economía, la inmigración, así como la geografía francesa, con nombres de pueblos y ciudades, de regiones y carreteras, que incluso me fue necesario abrir Google maps para ubicarme en el mapa de Francia.
La otra contextualidad que acompaña Houellebecq en su narrativa es la vida de sus personajes desde el trabajo, las relaciones laborales, las profesiones, hasta la sexualidad y la intimidad sexual junto con hábitos, prácticas y juegos sexuales, muchas veces de manera explícita y descarnada. Se ha criticado a este escritor la manera en que se refiere o describe a las mujeres, las minorías étnicas o a los inmigrantes, sin embargo, me parece que precisamente lo que deja ver es la confirmación o señalización de una realidad social presente y, sobre todo, de prejuicios y concepciones que reflejan el modelo de hombre hegemónico occidental.
Houellebecq hace de manera magistral un dibujo, un retrato, de personas y sociedades enfermas por el individualismo y egocentrismo. Acertadamente, pero muchas veces también sin decirlo explícitamente, este escritor hace una descripción, una radiografía, de la vida contemporánea en nuestras sociedades ultra desvinculadas de los lazos tradicionales y enajenadas por fenómenos y problemas públicos que están desapareciendo las estructuras del mundo moderno, desde las familiares hasta las estatales. Tanto que Houellebecq deja entrever una civilización nueva, alejada de los valores occidentales de los últimos dos o tres siglos. Esto también lo podemos ver cuando toca temas como las migraciones, las investigaciones genéticas, las invasiones de europeos del norte o de chinos a Francia, la compra de propiedades, y el cambio de cultivos y vocaciones típicas francesas y que están cambiando la sociedad y la cultura de Francia.
En esa ruptura de las relaciones personales y sociales que recorren su obra, Houellebecq presenta una visión muy cínica y pesimista de la vida. Aunque no lo sé con certeza, mucho de lo narrado y de las propias historias de las novelas, meparece que es autobiográfico. Por ello, constantemente me da la impresión de estar leyendo, en lugar de una novela, una biografía personal. Y es tan personal y en ocasiones tan íntimo y anecdótico que me parecería estar leyendo transcripciones de alguien que me está contando su vida, junto con sus pensamientos, relaciones, y sus problemas de alcohol, sexo, amor, etc.
Resulta hasta cotidiano y habitual todo lo que narra en la vida de sus personajes y que arroja un relato introspectivo muy poderoso al mismo tiempo que simple y universal. Porque Houellebecq habla de la vida diaria, y reflexiona sobre la existencia, en todas sus facetas, de personas solas y rotas, que las hace nuestras en el sentido de que somos nosotros mismos a los que está describiendo. Todos vemos, miramos, pensamos, lo que sus personajes ven, piensan, miran. Todos tenemos los mismos problemas de soledad, adicción, depresión, obsesión, enfermedad, abandono, trauma y ruptura, como los tienen esos hombres y mujeres de Houellebecq.
En ese sentido, leer a este extraordinario autor francés causó un gran efecto en mí. Al terminar cada novela o durante su lectura me sentía diferente, como si alguien me estuviera interpelando y como si alguien me estuviera dando una interpretación de mi vida que yo no había visto. Por eso, muy sutilmente, lo que narra en sus novelas Houellebecq me resulta impresionantemente escrito para mí, para nosotros, no por escribir cosas extraordinarias o por una trama fascinante ni por un desarrollo y desenlace emocionantes, sino por ser tan terriblemente nuestro, por describirnos y dibujarnos tan desnudamente en nuestras vidas.
Termino diciendo esto: como toda gran literatura universal, la de Houellebecq es finalmente sobre el amor, sobre la necesidad del amor en nuestras vidas. La pareja, los hermanos y hermanas, los padres, los amigos. Los personajes de cada novela de Houellebecq necesitaron amor y no lo tuvieron o lo perdieron; buscan el amor, lo consiguen y cuando lo encuentran mueren. Creo que Houellebecq grita, suplica, demanda el amor en una sociedad en la que ha desaparecido o en la que cada vez es más escaso.
@MarquezMurrietaMu |