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Sábado 10 de mayo de 2025
La precaridad: bases sociales de la resistencia

Actualizado: 2023-05-09

La precaridad: bases sociales de la resistencia


Por: Efraín Quiñonez León
5/10/2023


Carlos Alba y Mauricio Rodríguez, académicos de El Colmex y la Universidad de las Américas-Puebla, son los editores de una publicación que apenas el año pasado estuvo disponible para los lectores. En general, se trata de un libro para especialistas que se interesan por los temas de las desigualdades en el país y cómo estas se materializan en el territorio y, también, en el ámbito laboral.


El texto es una compilación de siete trabajos y reúne investigaciones originales de nueve académicos. Si bien el eje que los atraviesa a todos es el tema de la desigualdad, algunos ponen el acento en la calidad del empleo urbano, la naturaleza del empleo en el sector exportador; mientras que otros discuten las particularidades de la precarización del trabajo en las ciudades del país, así como el interés analítico por el empleo de cuidados y los trabajos sin pago en el ámbito doméstico.


El ensayo de Alba y Rodríguez, se enfoca en el tipo de empleo muy común en las ciudades del país. En efecto, su interés se dirigen a escudriñar distintos aspectos del trabajo callejero en zonas urbanas, ofreciendo un conjunto de datos que contribuyen a la comprensión de este fenómeno que, en términos generales, se presenta en diferentes grados en todo el país. En este sentido, los autores apuntan que se trata de actividades importantes para una cantidad importante de ciudadanos, puesto que 6 de cada 10 mexicanos se emplean en lo que se conoce como economía informal. La verdad es que estas expresiones del comercio callejero terminan por cuestionar la supuesta informalidad con que se trata de inscribir a este tipo de actividades económicas. Ni por el lado de los reglamentos, mucho menos de las cuotas o los registros que las propias autoridades llevan puede decirse que estas actividades resultan “informales”. Cuando la economía no crece con el suficiente ritmo frente a la demanda de empleo, el comercio en las calles se convierte en una alternativa para afrontar los problemas de la sobrevivencia.


En este sentido, los autores apuntan que este tipo de actividad hace patente “las contradicciones del desarrollo mexicano”. Si bien este tipo de actividades tiene orígenes remotos, es verdad que en los últimos 30 años ha existido un crecimiento exponencial por la cantidad de personas que encuentran en ellas una alternativa para generar ingresos. A menudo se trata de empleos precarios en la más absoluta inseguridad debido a la carencia de derechos sociales que contribuyan las bienestar de las personas y sus familias.


En este tipo de actividades económicas, nos dicen, uno puede encontrar tres elementos que caracterizan el fenómeno: en primer lugar, se trata de labores en las que predomina “la venta de productos globales”. Ciertamente, el comercio informal, sobre todo en las grandes ciudades, hay una tendencia cada vez más acentuada al intercambio de productos como resultado de transacciones globales que segmenta el consumo. Para estos autores, existe una suerte de “globalización hegemónica” que convive con una “subalterna” o desde abajo. La primera es el nicho de oportunidades para los grupos con más poder económico; mientras que la segunda “moviliza a millones de personas, mercancías y dinero por canales no convencionales, para hacer llegar a los pobres de todo el mundo productos nuevos o usados, originales o copiados, genuinos o falsificados”, normalmente manufacturados desde el oriente. Aunque esto puede aceptarse como una tendencia, no es menos cierto que en el comercio popular todavía perdura y se intercambian mercancias de traspatio (verduras y frutas en pequeña escala), así como productos elaborados a base de maíz o dulces tradicionales. Con frecuencia, se trata de personas que todavía conservan algunas características del entorno rural cercano a las ciudades, pero que ya no pueden dedicarse a las actividades agrícolas como antaño. En este sentido, la ciudad se convierte enmercado atractivo para vender sus productos.


Otro elemento importante que hay que destacar apela a las adversidades en este tipo de actividades. En efecto, se trata de empleos de baja calificación, lo cual no significa que las personas carezcan de estudios, pero que están expuestos al desafío de la inseguridad laboral y no hay seguridad social que los proteja en términos de salud, vivienda y otros servicios indispensables. A pesar de todos estos infortunios, las iniciativas de las personas para afrontar los desafíos que esto significa dan muestra de la vitalidad para crear sus propias alternativas de empleo. Al mismo tiempo, la mal llamada informalidad ofrece la posibilidad de un empleo flexible, sobre todo para las mujeres, tejiendo redes de solidaridad y autoayuda.


No podía faltar un elemento de carácter político. Los autores plantean que en buena medida estas labores se sostienen por la fortaleza de las redes familiares, vínculos mediante formas de parentezco ritual y relaciones clientelares, como también corporativas. Son, podemos agregar, formas organizaciones que no solamente permiten construir una red de protección frente a las carencias sino, además, en contra de la competencia o amenazas de otros grupos que se disputan el espacio público y, también, por el acoso de las autoridades y las corporaciones de seguridad del Estado.


El panorama que se nos plantea es que, si bien el comercio callejero está presente en todo el país, lo cierto es que se trata de actividades comparativamente menores en el norte que en el centro y sureste del país, destacándose entidades como Tlaxcala y Puebla donde poco menos del 20% de las personas ocupadas en el comercio se emplean en la venta callejera, y en un porcentaje algo menor de alrededor del 15% de los trabajadores de este sector se encuentran en Estados como Guerrero y Veracruz.


Desde luego, el estudio ofrece un panorama más amplio y completo de las condiciones de precariedad laboral que se manifiesta con este tipo de actividades comerciales en la vía pública. Al mismo tiempo, se destacan algunos elementos interesantes en torno a los impactos de la pandemia en este sector. Se apunta, por ejemplo, una disminución de las personas ocupadas en estas actividades durante la pandemia y, también, algunos conflictos derivados de la jornada nacional de sana distancia que significó un largo confinamiento que muchas de estas personas que viven al día no podían otorgarse. Por obvias razones, los trabajadores ocupados en estas labores estuvieron más expuestos a los contagios del terrible virus y pagaron el precio con el deterioro de su salud o la muerte.

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