| �Un d�a de lluvia como tributo� |
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Actualizado: 2021-01-14 |
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ARTE Y MESTER / alejandro hern�ndez l�pez
No es un caso aislado -en Veracruz- hay bastantes casos similares. Aqu� hay una evolutiva propensi�n a la violencia contra las mujeres que no encuentra tope, avanza y trepa como hidra venenosa por encima de todo, por encima de todos los encargados de la ley y el orden, siempre por encima. Siempre hay silencio y muchas veces existe complicidad.
Cientos de mujeres sufriendo diferentes formas inimaginables de violencia, de brutalidad, cientos han visto destrozados sus caminos, cientos han encontrado la muerte. Claramente podemos leer quien desapareci� hace un mes, quien desapareci� en diciembre y fue encontrada muerta en enero. Todos los d�as hay noticias y casi nunca son buenas.
En toda la informaci�n, como si fuera un cuento, podemos leer lo mismo: la polic�a ministerial acudi� al lugar para iniciar las respectivas indagatorias para esclarecer este crimen. As� podemos leer que hoy se trata de Ana, ma�ana de Lorena. El s�bado fue Beatriz, fue el cuerpo de Beatriz el que encontraron. Antes de encontrarlas las versiones de los casos fallan en la percepci�n m�s lucida de la realidad, y se inventan cosas con el af�n de justificar, siempre justificar, siempre o casi siempre tratando de criminalizar a las v�ctimas.
Y de pronto desaparece la palabra, una a una se van desprendiendo las letras de esa palabra. Desde antes de la pandemia estamos en un espacio donde no existe el tiempo, estamos como ese viajero que viaja en lugar propio. Hace tres a�os, dos a�os, una semana, un d�a, hace una hora, un instante, quiz� el cuerpo de una mujer est� siendo encontrado tirado en un camino.
All� tiradas en el asfalto del que nunca pudieron desprenderse se han encontrado a muchas; un caso ocurri� en septiembre, otro en enero. Apenas tambi�n sucedieron otros m�s. Las instituciones enormes e imb�ciles, cercanas a la estupidez y la ofensa: �tuvieron una vida hecha de excesos y de ausencias�.
Mil veces malditas las instituciones todas. Estar� obnubilando el poder del Estado, hay soledad, desesperanza. Hay finales en vidas muy cortas, para todas ellas a�n quedaba mucho por decir y es por eso que lo lamentamos, por ello traigo -prestadas- todas estas hermosas palabras para quedarme pensando en que si alguien muere en agosto, basta con que se abra una ventana para que se llore por su muerte; quiz�s la lluvia caiga sin fijarse en los deudos.
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