FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO
DESDE A JANELA
EL SOMBRERO AGUJEREADO
El asesinato del alcalde de Uruapan, Michoacán Carlos Manso es una espina clavada en el alma de todo México.
Y lo es, porque su muerte es aún más que otra cifra dolorosa a las que ya estamos muy mal acostumbrados.
Su muerte significa un atentado en contra de todos los mexicanos que aún repudiamos al crimen organizado en cualquiera de sus manifestaciones, su muerte es la mayor muestra de que en México el crimen es quien realmente es el soberano y no hay poder que lo frene, porque simple y llanamente México en 2025 es un narcoestado.
Y sí, México en el 2025 es un narcoestado porque no hay otra manera de explicar cómo es posible que un alcalde independiente en todo el sentido de la palabra, es decir, sin partido político y también sin vínculos con ninguna organización criminal, haya sido abandonado a su suerte por los niveles superiores de gobierno y asesinado por el crimen organizado, solo por buscar pacificar a su municipio y combatir por igual a todos los criminales que operan ahí.
Y aunque el gobierno federal diga una misa completa (incluso en latín) y el gobierno de Michoacán volteé para otro lado, la realidad es que los criminales lo pudieron asesinar debido a que no lo protegieron.
Y no lo protegieron, porque hacerlo iba en contra de sus intereses.
Esto se explica, porque Michoacán siempre ha sido difícil debido a su geografía y a que tiene uno de los puertos más importantes del país debido a que tiene acceso directo tanto a la costa oeste de los Estados Unidos como al Extremo Oriente por la vía marítima y por la terrestre tiene una gran cercanía con el centro del país.
Todo esto ha hecho de esa entidad federativa un lugar imprescindible para importar y exportar todo tipo de mercancías tanto legales como ilegales, y si a ello le sumamos que Michoacán es un gran productor de aguacates, cítricos y varios productos agrícolas muy cotizados tanto en México como en el extranjero y cuyos productores son candidatos ideales para la extorsión; pues se vuelve en un lugar muy codiciado para la delincuencia.
Siendo esta la razón por la que ahí empezó la guerra contra el crimen organizado, la cual comenzó debido a que su entonces gobernador, el hoy jefe de la oficina de la presidente, pidió la intervención del gobierno federal debido a que el crimen se le había salido de control; ayuda que sí recibió, a diferencia del alcalde al que hoy en día abandonaron a su suerte con el resultado que conocemos, y tan es así que Lázaro Cárdenas Batel sigue vivo y hasta despacha en Palacio Nacional.
Cuando la administración de Calderón concluye, se estaba recuperando el control del puerto de Lázaro Cárdenas y de amplias porciones del estado, más con esa administración también concluyó el operativo y con Peña regresa el PRI y con el PRI los arreglos con los criminales y esos arreglos consistieron en crear las famosas “autodefensas” que en su mayoría fue tolerar que se armaran unas mafias para combatir a otras.
Luego llega López Obrador y ahí sí que se fue todo al traste, ya que primero retiró todo tipo de vigilancia y en 2021 llevó al crimen organizado al poder en esa entidad, porque es un hecho notorio que el gobernador de Michoacán es parte del crimen organizado, al igual que el de Sinaloa y varios estados más; casi todos son producto de las elecciones de ese año.
Y al ser ocupado el gobierno del estado por el crimen, sí hasta esa degradación ha llegado nuestro pobre país, las extorsiones, los secuestros, los asesinatos etc. se incrementan a niveles alarmantes y lógicamente se genera una reacción por parte de la gente que se encuentra oprimida y es ahí cuando surgen personajes como el alcalde Manzo y el líder limonero Bravo.
Personas que se oponen tajantemente al imperio del crimen en Michoacán y que pagan con su vida la osadía y sin que el gobierno federal (recordemos que el de Michoacán es un caso perdido) los haya protegido, a pesar de que era previsible que fueran asesinados debido a su fuerte activismo público en contra del crimen organizado.
También en ese hartazgo frente a los abusos por parte del crimen organizado, se puede explicar el asesinato de Manzo, ya que logró la alcaldía como candidato independiente prometiendo solamente la pacificación del municipio y como lo estaba logrando, ponía en peligro la hegemonía del crimen en el estado, porque era un contendiente muy fuerte para arrebatarle al crimen organizado la gubernatura del estado, incluso por la misma vía independiente.
Pero, así como las muertes de Manzo y de Bravo han sido una puñalada clavada en el alma de los mexicanos que nos oponemos al crimen organizado, también son una muestra de que existe un México que se encuentra harto del yugo criminal y que no va a dejar de luchar por recuperar la paz y la tranquilidad tanto de Michoacán como de México.
Ojalá que sus muertes sean el inicio de una lucha para la liberación de México de las manos del crimen organizado y no importa si de esa liberación resulta un gobierno de derechas o de izquierda; lo que realmente importa es que ya no sea parte del crimen organizado como sí lo es el que está ahora mismo en el poder.
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Twitter: @FelipeFBasilio