Perote, Ver.- (AVC/Flavia Morales) Desde la carretera Puebla-Xalapa hasta casi dos kilómetros adentro en un terreno arenoso, los habitantes de Totalco fueron perseguidos por la fuerza civil y policías estatales, quienes tiraron a matar.
Las pruebas de lo que cuentan pueden verse en el camino. Un grupo narra la represión que padecieron este jueves cuando fueron desalojados del plantón en la carretera y mientras reconstruyen van contando y recogiendo los casquillos de bala que están a simple vista.
El área que es un campo grande entre magueyes y restos de siembra que está secándose por la falta de agua, se convirtió en un campo de batalla. Cuenta al menos diez casquillos de diversos calibres, un zapato y las marcas del tractor donde iban los hermanos Jorge y Alberto Cortina quienes fueron ultimados a balazos en el lugar y cuyos cuerpos son velados este jueves.
También en pleno campo abierto una grúa calcinada con las dos puertas abiertas es testigo de los hechos. Era la que intentó llevarse el tractor, pero se lo impidieron.
Los campesinos de Puebla y Veracruz que pertenecen al Movimiento en Defensa de la Cuenca Libres–Oriental , empezaron su jornada de protestas desde el pasado 13 de junio cuando en una asamblea denunciaron a varias empresas, entre ellas Granjas Carroll, además de ranchos particulares de acaparar concesiones de pozos y de contaminar. “Hace tres años apenas tenemos cosecha por la falta de agua, no llueve, las empresas inhiben con artefactos la lluvia, ellos tienen agua y nosotros nada”, era la protesta.
El bloqueo era parte de las movilizaciones de defensa.
Este viernes, mientras parte del pueblo vela los cuerpos de Jorge de 37 años y Alberto de 27 años, otro grupo mantiene tomada la carretera, pero a su exigencia de agua, le agregaron justicia por sus muertos y heridos: “ Ahora pedimos justicia por nuestros muertos, que Cuitláhuac nos diga quien dio la orden de matar, porque eso no fue un desalojo, tiraron a matar”.
Los campesinos dicen que la llegada de más de 100 granaderos al bloqueo el jueves bastó para disolverlo.
Pero entonces los policías y elementos de la fuerza civil los persiguieron a balazos más allá del desalojo y cuentan los agravios: se metieron a las casas, recorrieron las calles, hay dos muertos, una mujer de la tercera edad golpeada, tres heridos de bala, una niña con un rozón de bala, un campesino detenido que fue perseguido en su camioneta que quedó abandonada al pie de la carretera con restos de sangre y quien luego fue sacado del hospital en medio de la noche.
Los testimonios de los abusos se suman por decenas : “Andaban echando disparos a diestra y siniestra, a mí un policía me botó dos tiros en el pie”, “Fue como media hora de balazos, la gente corriendo, los policías metiéndose a las casas, después estuvimos buscando gente que no aparecía, otros heridos, fueron momentos de rabia, de indignación”, “ El hecho de que la policía estatal haya llegado directo al domicilio de una persona que estaba participando, quiere decir que ya los tenían ubicados”, cuentan.
“La Guardia Nacional no hizo nada, solo filmaron, no pararon los balazos”, “ Eran armas largas no pistolas comunes, por el pueblo hay rastro de todos los casquillos”, “Los siguieron y los cazaron como conejos, como delincuentes”, narran los habitantes quienes respaldan sus dichos con videos de las agresiones.
A la represión, se suma la indignación de la narrativa oficial, que los acusa de agredir a policías y de ser violentos: “Nosotros no teníamos armas, además de asesinar a dos jóvenes, ahora quieren decir que era su culpa por exigir”, dice uno de los líderes del movimiento.
Pedro Romero, agente municipal de Totalco narra que fueron las horas más horribles que ha vivido :
“ Que estos actos no queden impunes, queremos justicia, castigos, que los policías paguen el abuso, el exceso de fuerza, que destituyan a la persona quien dio la orden, porque esto vino desde el gobierno”.
Los habitantes reclaman que la policía veló por los intereses de la empresa y arremetió en contra de ellos, mientras ellos hacen el plantón seis policías con casco y toletes custodian la entrada de la planta procesadora de alimentos de Granjas Carroll.
Los manifestantes aseguran que el mismo jueves el fiscal regional de Veracruz llegó e hizo un peritaje en la zona, pero ellos siguen encontrando casquillos tirados que son la evidencia de la represión que vivieron.
Los cuerpos de Jorge y Alberto quienes tenían tres hijos cada uno y eran conocidos como jóvenes trabajadores, son velados en un cuarto de block de una parte de su casa y ahora son el aliciente que indigna a este pueblo a orilla de carretera de poco más de 5 mil habitantes.
En la carretera han atravesado llantas, fogatas, trailers, camionetas con cartulinas que denuncian la represión: “ Son unos asesinos”.
En medio del frío y la lluvia esperan la mesa de negociación con la secretaría de gobierno para reclamar justicia, la detención de los policías, y la liberación de su detenido.