La Narrativa del Gobierno y la Realidad Distorsionada en México
Rubén Dario Garduza Viveros
En el año 2024, México se encuentra en una encrucijada preocupante. La narrativa que se emplea desde el gobierno, apoyada por medios con convenios gubernamentales y un aparato publicitario robusto, ha logrado transmitir una visión distorsionada de la realidad. Esta narrativa ha convencido a una gran mayoría de ciudadanos de que el país va en buen camino, a pesar de que la realidad muestra un panorama diferente.
El acercamiento de México hacia una autocracia democrática es alarmante. Este fenómeno, avalado por ciudadanos que han creído en la narrativa emanada desde el gobierno, ha llevado a la eliminación de contrapesos esenciales para el poder. La división de poderes, establecida para garantizar un gobierno equilibrado, ha quedado prácticamente borrada. Esto se debe, en parte, a un gobierno que ha trabajado arduamente para eliminar estos contrapesos y a una oposición política que ha perdido credibilidad debido a sus propias acciones.
La narrativa gubernamental ha logrado disfrazar la realidad, haciendo que los ciudadanos culpen a otros factores en lugar de a quienes tienen la responsabilidad de velar por un país próspero, seguro, educado, cultural e innovador. Esta distorsión de la realidad es peligrosa, ya que impide que la sociedad reconozca y enfrente los problemas reales que afectan al país.
Es crucial entender la importancia de la información veraz y responsable. Los medios de comunicación que aún operan de manera independiente tienen la responsabilidad de difundir información precisa y objetiva. Aunque la necesidad de mejorar es constante, nunca se debe disfrazar la realidad. Asumir los errores como sociedad y trabajar para enmendarlos es fundamental para el progreso.
Cualquier gobierno que utilice narrativas para engañar a los ciudadanos debe ser cuestionado. La solución no está en vender narrativas para mantener cautos a los votantes, sino en enfrentar las problemáticas y presentar acciones concretas que busquen soluciones a los problemas del país. Las narrativas no son inherentemente malas; soñar no es malo. Sin embargo, nunca será ejemplar vender una narrativa como verdad absoluta.
La sociedad no puede permitirse vendarse los ojos ante narrativas vanas emitidas por gobiernos que no buscan el beneficio del país. Es esencial que los ciudadanos mantengan una visión crítica y cuestionen las narrativas que se les presentan. Aceptar la realidad, por difícil que sea, nos ayuda a enfrentar nuestros problemas con estrategias que beneficien a todos.
México enfrenta un desafío significativo. La narrativa gubernamental ha logrado distorsionar la realidad, pero es responsabilidad de todos, desde los medios de comunicación hasta los ciudadanos, trabajar para desenmascarar esta distorsión. Con esta actualidad, solo enfrentando la verdad podremos construir un país más justo, transparente y próspero. |