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Martes 23 de abril de 2024
L�deres

Actualizado: 2020-04-20


Fernando V�zquez Rigada.


Pobre del pa�s que carezca de l�deres. Esa es quiz�, una de las carencias m�s lamentables -y evidentes- de esta emergencia.

En las �pocas m�s duras, la diferencia decisiva para una sociedad se basa a menudo en la conducci�n que reciba.

El l�der es un referente: de buen juicio, de integridad, de comprensi�n de su responsabilidad p�blica.

El dirigente no s�lo muestra el destino de una naci�n: a menudo la encarna.

Churchill fue capaz de mantener en pie a la sociedad inglesa en los momentos m�s duros de su historia. No minti�. Se comprometi� ante su pueblo a ofrecer lo que ten�a. Sangre, sudor y l�grimas. No hay palabras m�s duras, m�s dolorosas que ofrecer. Pero la verdad, la franqueza, la credibilidad, cimientan la posibilidad de emprender grandes sacrificios.

A cambio, Churchill propuso solo una cosa. Luchar: luchar en donde fuese necesario para alcanzar la victoria. Una que, por cierto, en ese momento parec�a imposible.

Cumpli� cabalmente. Cuando Alemania arrasaba a la aviaci�n inglesa, el Primer Ministro tom� una decisi�n terrible. Hizo bombardear Berl�n, sabiendo que la rabia de Hitler detonar�a una represalia contra las ciudades inglesas. Pero dejar�a de atacar a la Fuerza A�rea: la �nica posibilidad de triunfar.

A�os despu�s, en Alemania, Konrad Adenauer tuvo que tomar una decisi�n de espanto. Alemania hab�a perdido la guerra. Estaba devastada. Partida. Pens� que la �nica posibilidad de resurgir era volcar los pocos recursos a la infancia. Todas las dem�s generaciones estaban perdidas. As� lo hizo.

A menudo los grandes l�deres deben renunciar a sus ideas para buscar un beneficio mayor. Richelieu era cardenal. Deb�a devoci�n al papa y a su religi�n. Pero era canciller de Francia y quer�a su grandeza. Cre� un concepto: raz�n de estado. Beneficiar a tu pueblo es una prioridad: mayor que tus convicciones personales. Richelieu sab�a que el inter�s de Francia era impedir la consolidaci�n del imperio de los Habsburgo. As� que financi� a la oposici�n protestante que debilit� en la Guerra de Treinta a�os al Imperio Cat�lico y pospuso la creaci�n de Alemania. Su religi�n no import�: estaba primero Francia.

Sacar a Espa�a de su doloroso ostracismo hizo que Adolfo Su�rez renunciara a su pasado franquista, hiciera a un lado a sus amigos, para consagrarse a consolidar la democracia, tejer los Pactos de la Moncloa y, en un momento crucial, salvar a Espa�a del golpe de estado del coronel Tejero. Enfrentando en el parlamento las armas dijo a los golpistas que le exig�an tirarse al piso:

-El presidente del gobierno no se tiende.

Los l�deres no solo gu�an: tambi�n inspiran.

Cort�s catapult� a Ordaz a una empresa inconcebible: subir voluntariamente el Popocat�petl, descender su cr�ter para, con la lava, producir la p�lvora que urg�a para culminar la conquista de Tenochtitlan. Mehmet hizo construir un camino encima de una monta�a que lo separaba del Golfo Interior que le imped�a a su flota conquistar Bizancio. Lleva sus barcos por tierra en una haza�a portentosa.

Una empresa casi similar a cuando John F. Kennedy arrastr� a Estados Unidos a un imposible: conquistar la luna.

Los grandes l�deres son aquellos que se levantan encima de sus pasiones humanas para lograr un valor superior. Nelson Mandela ten�a todo el derecho, tras estar 27 a�os preso, de dejarse arrastrar por su resentimiento y volcarse contra la minor�a blanca que le hab�a humillado. No lo hizo. No buscaba el poder, sino la libertad de su gente.

Mandela entend�a a la libertad en las palabras del Ministro de la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos, Anthony Kennedy: el derecho a definir el concepto propio de existencia, de significado, del universo y del misterio de la vida humana.

Por eso se rehus� a prolongar la divisi�n que era prolongar el sufrimiento de las personas.

Ser un referente y un ejemplo. Poseer una grandeza de miras. Anticiparse a los acontecimientos. Hablar con la verdad, aunque duela. Tomar decisiones dif�ciles. Contagiar un sue�o. Convocar al hero�smo de lo imposible.

Cohesionar en torno a un bien superior.

Esa es la funci�n de un buen l�der.

Por eso pienso que, en este momento terrible, pobre de aquel pueblo que carezca de uno.


@fvazquezrig

https://fernandovazquezrigada.com/2020/04/19/lideres-2/
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