Luis Alberto Romero

 

Las recientes inconformidades del personal del Sector Salud en Veracruz pusieron sobre la mesa un tema sensible: la forma en que se entregan prestaciones que, más allá de un procedimiento administrativo, impactan directamente en la economía cotidiana de miles de familias.

La reacción del gobierno estatal permite una lectura más amplia sobre el estilo de conducción política que busca imprimir Rocío Nahle a su administración.

La decisión de permitir que los trabajadores elijan entre recibir sus vales de despensa como mercancía o disponer del recurso en efectivo implicó reconocer que las normas fiscales, aun siendo obligatorias, no pueden desentenderse de la realidad social ni de los usos y costumbres laborales que se han construido durante años en el sector público.

El origen del conflicto fue técnico y legal: la contratación de monederos electrónicos en tiendas departamentales para cumplir con lo que establece el Artículo 27 de la Ley del ISR. Sin embargo, el error fue no anticipar el impacto que tendría el cambio en trabajadores acostumbrados a usar ese ingreso como dinero líquido para resolver necesidades inmediatas.

En ese contexto, la postura de la gobernadora fue clara. Reconoció el derecho adquirido de los trabajadores y asumió que el Estado debía ofrecer una solución flexible. Permitir la libre elección no vulnera la ley y, al mismo tiempo, devuelve tranquilidad a quienes sostienen diariamente el sistema de salud pública en Veracruz. Escuchar, corregir y actuar con rapidez fue determinante para desactivar el conflicto.

Este episodio también confirma una narrativa que Nahle ha sostenido desde el inicio de su gestión: un enfoque humanista que privilegia a las personas por encima del trámite. No se trató solo de resolver una protesta, sino de enviar un mensaje político: el gobierno está dispuesto a rectificar cuando una decisión administrativa afecta a su base laboral.

Además, el tema de los vales no puede aislarse del panorama general. La salud ha sido presentada como una prioridad real, no discursiva. El abasto de más de 17 millones de medicamentos, la puesta en marcha de las Camionetitas de la Salud —programa que incluso obtuvo reconocimiento nacional— y la inauguración del Hospital Materno Infantil de Coatzacoalcos, con una inversión histórica, son señales de una estrategia integral.

A ello se suma la rehabilitación de unidades médicas, mejoras en infraestructura hospitalaria y la inversión en espacios como la Torre Pediátrica del puerto de Veracruz. Son acciones que no siempre ocupan titulares en los medios, pero que construyen gobernabilidad y fortalecen la relación entre el Estado y sus trabajadores.

El conflicto reciente dejó una lección, la administración pública no puede perder de vista el rostro humano de sus decisiones. Resolverlo con diálogo y pragmatismo no solo evitó una escalada mayor, sino que reforzó la idea de que en Veracruz se busca un gobierno que escucha, corrige y cumple. En tiempos de desconfianza institucional, eso no es poca cosa.

@luisromero85