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Viernes 26 de julio de 2024
La Realidad de la Responsabilidad Individual en el Cuidado al Medio Ambiente

Actualizado: 2023-07-03

La Realidad de la Responsabilidad Individual en el Cuidado al Medio Ambiente


Por: Luis Mejía.


Hace algunos años, las películas y las series de televisión eran nuestro único transporte a un mundo de catástrofes ambientales. Millones de personas a lo largo de la historia humana se han imaginado un futuro lejano donde la Tierra pierde toda cualidad que la vuelve el único lugar perfectamente situado para la generación y desarrollo de vida inteligente. Incluso hemos llegado a reír de algunas especulaciones, que de tan exageradas, de ninguna manera consideramos seriamente la posibilidad de un fin del mundo. Hoy en día, no nos cuesta más que leer los titulares de cualquier periódico para darnos cuenta que ese futuro desastroso, previamente exclusivo del mundo de la ciencia ficción, está más cerca de lo que pensamos. Y a cada paso, a cada incendio, a cada programa de tandeo de agua, las autoridades gubernamentales insisten en deslindarse de la responsabilidad de afrontar los impactos del cambio climático. Ante la desecación de ríos y cuerpos de agua, nos exigen reducir nuestro uso básico del vital líquido. En vez de establecer una infraestructura que limite el uso de combustibles fósiles, nos invitan a centros de verificación vehicular que aceptan “moches” para esquivar la regularización. Ante la devastadora ola de calor que arrasó el territorio nacional, cobrando la vida de al menos tres personas en Veracruz, las altas esferas del gobierno aconsejan que “hay que levantarse más temprano.” El gran peso de la responsabilidad ambiental ante la inminente emergencia ambiental que nos acecha parece recaer totalmente sobre el ciudadano promedio, y es difícil no caer en el fatalismo cuando nos percatamos que a pesar de nuestras acciones, estos desastres siguen ocurriendo y cada vez más seguido. A veces parece más fácil soltar la toalla y admitir que nuestras acciones nunca serán las suficientes para mitigar los efectos negativos del cambio climático. Pero, ¿debería ser así? “Las acciones a escala humana, lo que nosotros nos comprometemos a hacer, por pequeñas o insignificantes que puedan parecer, pueden ser grandes diferenciadores porque el impacto individual puede ser el ejemplo para que otros hagan acciones pequeñas que sirvan de cambio,” dijo el Dr. Carlos M. Welsh, Coordinador del Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana. “Desafortunadamente, desde hace unos años, uno de los grandes problemas que tenemos, particularmente en materia de cambio climático, es el gran desconocimiento del fenómeno y de a quién le corresponde hacer qué. Es decir, cómo ejecutar las acciones que van desde lo público hasta lo privado para entender que podemos actuar en contra, o cómo intentar paliar o tomar acciones para mitigar lo que está ocurriendo. Este asunto de la ciudadanía informada es vital para que cualquier política pública tenga sentido.” Siendo experto en la adaptación al cambio climático y la importancia de practicar el desarrollo sustentable en la toma de decisiones, el Dr. Welsh entiende bien que cualquier cambio decisivo requiere de una política pública que trabaje de la mano con la ciudadanía. Aún así, reconoce que las acciones individuales no deben ignorarse: no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Las pequeñas acciones se multiplican en el momento que un movimiento ciudadano conjunto las empieza a reconocer. Pero aunque tengamos las ganas de mejorar nuestra relación con el medio ambiente, llegará un punto donde nuestro entusiasmo y nuestras acciones se topen con una pared, la cual no podremos derribar sin contar con las herramientas adecuadas y, aún más importante, el conocimiento de cómo utilizarlas. En el caso de la recolección de basura, por ejemplo, se fomenta el reciclaje, la separación de los desechos y la disminución generalizada de los mismos. Sin embargo, no importa la buena voluntad con la cual se realicen estas acciones; nuestra atención desaparece una vez que las bolsas de basura llegan a la banqueta para su recolección. Si se genera contaminación en el camino a su destino, o si el sitio de disposición final no realiza la separación adecuada de desechos y es un gran generador de contaminantes, ¿a quién le exigimos una solución? “Hay elementos o residuos, o simplemente lo que le llamamos basura, que le corresponde al gobierno estatal hacerse responsable de ella y ponerla en un sitio de disposición final”, explicó el Dr. Welsh. “Hay otros que corresponden a los ayuntamientos, a los municipios, y no tienen la infraestructura ni la tecnología, ni el sitio de disposición final. Es muy importante saber de quién es la competencia, de quién es la atribución, y a quién le corresponde.” “El paso número uno es tener una ciudadanía consciente y despierta, y urge que lo logremos hacer. Urge que sepamos empoderar a los ciudadanos de los derechos ambientales que tienen.” A pesar de todo lo que hagamos para mitigar nuestra huella ambiental y nuestro impacto personal contra el cambio climático, es claro que debemos compartir esta responsabilidad con aquellos que tienen la capacidad de tomar decisiones más concretas. Claramente no podemos descender al nihilismo y apatía con respecto a nuestro cuidado del medio ambiente, sino ir de la mano con el gobierno para acelerar los resultados. Activistas como Beatriz Torres, integrante de La Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (LAVIDA), saben perfectamente bien que la acción directa es indispensable para hacer rodar las ruedas del cambio. Al estar a la vanguardia de movimientos comunitarios en defensa del medio ambiente, son estos mismos activistas quienes se topan en primera instancia con los obstáculos y dificultades de no contar con una política pública efectiva. “No podemos confiar absolutamente todo en las leyes aunque creo que sí hay que apostar a ellas. Hay que buscar que sean centrales las legislaciones ambientales porque son un gran avance, aunque de eso a que se cumplan hay una gran distancia,” expresó. “Es importante la labor de los ciudadanos como hormiga, pero en un sentido muy de la participación. De no luchar contra alguna medida, pues la política pública es la que guía las acciones ciudadanas.” LAVIDA ha sido uno de los grupos ambientales más activos de los últimos años, alzando la voz en contra de la explotación minera del proyecto Caballo Blanco en los municipios de Actopan y Alto Lucero, oponiéndose a la construcción de la planta cervecera Constellation Brands en Veracruz y respaldando las manifestaciones de los pobladores de Amatlán de los Reyes en contra de la construcción de un Centro de Transferencia de Residuos. Pero el éxito de cualquier manifestación se mide con los cambios que propició, y es imposible generar cambios si estas protestas llegan a oídos sordos. “Uno puede tener iniciativas individuales, como reducir el consumo de carne, reducir el consumo de energía, y tendría un gran impacto si fuéramos muchas personas", afirmó Torres. “Pero eso se logra de manera más fácil a través de una política pública, no de una concientización escolar o por movimientos ciudadanos. Sí tiene su impacto, pero es como luchar contracorriente si la política pública no hace lo que le toca.” El Artículo 4º de la Constitución establece que “toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar,” dictando que cualquiera que provoque algún daño ambiental quedará responsable ante la ley. Leyendo esto, podemos entonces afirmar que en efecto queda en nuestras manos el detener la contaminación a nuestro alrededor, pero no podemos olvidar que la Constitución, en el mismo artículo, define claramente que “el Estado garantizará el respeto a este derecho.” Exigirle a nuestras estructuras gubernamentales la defensa del medio ambiente debe formar parte del resto de las acciones personales que tomemos para reducir nuestra huella de carbono, igual de importante que el reciclar nuestra basura, reducir nuestro uso del agua o participar en alguna jornada de reforestación. “Si tenemos el derecho a un medio ambiente sano, debemos exigir que así sea. No importa que sea a nivel municipal, estatal o nacional,” afirma el Dr. Welsh. “Si encontramos una fuente de contaminación, lo primero que debemos hacer es hacerlo notar y después manifestarlo. Los dos espacios que deben empezar haciendo estos cambios son, la educación, porque ahí es donde se genera la ciudadanía consciente, y el gobierno. El gobierno tiene que hacerlo también, liderar con el ejemplo. ¿Cuántos espacios públicos gubernamentales tenemos donde hayan paneles solares? Ninguno. ¿Cuántos espacios públicos gubernamentales, federales, estatales o municipales tenemos donde sus techos hacen captura de lluvia? Hay mucho que hacer y el gobierno debe poner el ejemplo para después poder exigir a todos.” “Ése es el derecho básico elemental que tenemos, a un ambiente sano, y hay que ir a por él.” Ya estamos resintiendo los efectos negativos del cambio climático. No podemos darnos el lujo de seguir con nuestras vidas y esperar a que llegue un cambio, sea una legislación ambiental contundente o un movimiento ciudadano masivo. Será únicamente con la colaboración entre la ciudadanía y el gobierno (sea este municipal, estatal o federal), compartiendo la responsabilidad del cuidado al medio ambiente, que tendremos la posibilidad de evitar ese futuro actualmente reservado al mundo de la ficción postapocalíptica

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