Karla: La niña de las manzanas y las dalias: Diez años después
Manzanillo, Mpio de Las Vigas.- (AVC/Verónica Huerta) Karla nació en una familia que por generaciones ha cosechado manzanas.
Desde los dos años aprendió a recolectarlas en una canasta, para venderlas a la fábrica de sidra y vinagre cercana.
Su abuela Aurora dice que al nacer lo primero que vió fueron manzanas y su vida gira en torno al cultivo.
Cada año las cinco variedades de manzana criolla las venden para a su vez comprar semillas de maíz y cosechar lo que será la comida de la familia y generará dinero para la casa donde viven siete personas.
Pero este año es atípico en Manzanillo, ubicado a unos 30 kilómetros del Parque Nacional del Cofre de Perote. El pronóstico es que no habrá cosecha de manzanas este mes de agosto porque la sequía y el exceso de lluvias afectaron los árboles.
El equipo de AVC Noticias conoció a Karla en 2014 cuando era una pequeña que junto a sus dos hermanos hacían pizca de manzanas en Las Vigas. En ese entonces las condiciones climáticas ya eran difíciles.
Regresamos diez años después y ahora Karla de 13 años es una estudiante de secundaria que sueña con estudiar en Xalapa y ser odontóloga.
Pero eso dice su madre, está en veremos, porque la familia depende de la cosecha de manzanas y maíz, que cada vez es más dificil.
Reconocer a esa niña una década después es sencillo, tiene los mismos ojos grandes con la curiosidad de escudriñar todo lo que le rodea.
Pero, las condiciones económicas de su familia no mejoraron con el tiempo. Este año no saldrá a vender la cosecha porque el agua no llegó para regar los árboles de manzanas que ha visto crecer por generaciones.
Aunque el dinero de la venta no es mucho, “El patrón” apenas paga en dos pesos el kilogramo de manzanas en la fábrica de sidras y vinagre ubicada en la cabecera municipal de Las Vigas.
Para Karla y su familia, las manzanas son valiosas porque son un cultivo agroecológico, los árboles crecen de manera natural, sin químicos y plaguicidas.
Doña Aurora, presume que sus árboles producen variedades que van desde la llamada Manzana piña, manzana barril, manzana enmielada, manzana delicia, y hasta la manzana panochera.
“Todas las manzanas las conozco, yo nada más veo la manzana y ya se cuál es cuál. Sé cuál es el tipo de manzana para hacer la pomada curativa, sirve para calmar los dolores de los huesos de las manos que luego me duelen. Una vez vinieron los de la Universidad (Veracruzana) y nos enseñaron a hacer la pomada; nunca más vinieron”, refirió.
Pero este año todo fue diferente. Su abuela Aurora que acompaña a Karla toma la palabra: “Éste año ya no pudimos cosechar la manzana, toda se cayó en julio por las lluvias, la misma agua las tumbó del árbol. Esto es por el cambio climático, primero sequía y ahora mucha agua” dijo.
Para paliar la sequía, los vecinos se organizaron para comprar pipas de agua que costaron 1 mil 500 pesos. La problemática que se agudizó este año la atribuyen también a los incendios forestales.
En el primer semestre del año, la Comisión Nacional Forestal reportó más de 5 mil hectáreas devastadas por el fuego en áreas naturales protegidas. Actividades agrícolas, fogatas y fumadores ocasionaron el fuego que devastó bosque y selva.
En el Cofre de Perote clave para el abastecimiento de agua en la región donde vive Karla y su familia se registraron 18 incendios que dañaron 160 hectáreas de bosque de pino, encino y oyamel.
“Se acabaron los árboles, esta pelona la montaña”, dice Doña Aurora quien mira a su alrededor y comparte con asombro que en los últimos cinco años en la tierra de Manzanillo comenzaron a reproducirse especies nunca antes vistas.
Enseña los plantíos de maracuyá y chayotes, los cuáles sólo crecían en regiones con clima tropical cómo el municipio de Actopan estado de Veracruz.
Karla igual que su abuela reconoce que es urgente hacer acciones para recuperar la montaña, para plantar árboles y que el agua regrese a su comunidad como hace una década, cuando el abastecimiento no era problema.
El cambiante clima genera incertidumbre en la cosecha y en los ingreso de esta familia, Carmen López mamá de Karla ve el futuro con dudas, y el sueño de su hija de estudiar la licenciatura en Odontología lo ve díficil.
La familia reconoce que la niña ha aventajado a sus hermanos varones en la escuela; ella obtuvo el primer lugar de aprovechamiento académico en la secundaria.
Carmen enumera las dificultades, en la comunidad de Manzanillo no hay escuelas de bachillerato, así que los egresados de secundaria con deseos de continuar los estudios deberán caminar una hora en un trayecto de terracería para llegar a Las Vigas.
“Ahí hay telebachillerato, de aquí se van los niños a las 06:30 de la mañana caminando hasta Las Vigas, y de regreso a su casa otra hora caminando, o ya si tienen dinero son 10 pesos del camión de ida y otros 10 de regreso, pero no alcanza el dinero para estar pagando pasajes, muchos quisieran estudiar pero no hay dinero”, narra.
Sus otros dos hijos, Israel 15 años y Juan Pablo de 17 años ya no siguieron estudiando: “Aquí la mayoría de los chavos o casi todos no estudian, cuando mucho la secundaria, y de ahí a trabajar de albañiles, en las fábricas de blocks, al campo sembrando maíz; otros se van a trabajar a estados del norte, otros a Estados Unidos pero allá se mueren, ya no regresan aquí” lamenta Carmen.
Aunque el gobierno federal concedió la Beca Universal para el Bienestar Benito Juárez en apoyo a los estudiantes de bachillerato, Carmen dice que no ha recibido el apoyo.
Cuando fue a pedirlo, su hijo Israel de 15 años aparecía en el sistema del gobierno. La base de datos decía que recibió una tarjeta de plástico y cobró el recurso en uno de los cajeros automáticos, pero eso nunca sucedió.
“El encargado de las becas de Las Vigas entró a la página de Bienestar y ahí aparece que yo recogí la tarjeta pero está raro porque ahí aparece que se cobró el dinero de la beca y pues no, nosotros no tuvimos ni la tarjeta, ni el plástico. Él de Bienestar me dice que a lo mejor mi otro hijo de 17 años cobró el dinero y no me di cuenta, pero no, no fue él. Mis dos hijos son menores de edad y ellos no saben de eso de las tarjetas”, recuerda.
Su otro hijo, Juan Pablo truncó sus estudios durante los años 2020- 2021, a causa de la pandemia del coronavirus, “ya no quisó estudiar, eso de la pandemia les afectó a muchos, ya no regresaron a las escuelas”.
Karla con tímidez expresó sus anhelos de llegar a la universidad: “Quiero ser odontóloga, ir a la universidad por eso sacó dieces, llevó el primer lugar en la escuela, le echo muchas ganas, me gusta la escuela”
Pero su familia enfrenta condiciones económicas adversas, igual que los árboles de manzana que rodean su casa desde más de hace 50 años.