Héctor Jhoet de 16 años dio vida a seis personas al donar sus órganos
Xalapa, Ver. (AVC/Perla Sandoval) Héctor Jhoet Montano Gonzáles tenía 16 años cuando un accidente vehicular lo arrebató de su familia; su familia decidió donar sus órganos como una forma de preservar su vida a través de otros, pero el proceso para logarlo se convirtió en un víacrucis.
En el Día Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, Juana Gonzáles Blanco, madre de Héctor, cuenta que el milagro que buscaba para mantener con vida a su hijo se convirtió en un milagro para seis familias que pidieron recibir el corazón, riñones, páncreas e hígado de su hijo menor.
“Mi hijo era un niño muy alegre, carismático, amiguero y trabajador; en los pueblos cercanos tenía muchos amigos, era muy cariñoso, siempre andaba cantando y bailando; en la casa era la chispa, era feliz”, cuenta al recordarlo.
A Héctor le gustaba la cacería y pasaba los días viendo qué otros aditamentos podía conseguir para este hobby, por eso su accidente y la declaración de muerte cerebral generó en su familia un dolor inmenso que tuvieron que enfrentar juntos.
“Fue un momento muy complicado pero también un milagro de Dios. Creemos que todo esto pasó por obra del Espíritu Santo, no lo puedo ver de otra forma. El Señor lo necesitaba y fue llamado, fue un instrumento para dar vida a otras personas que lo necesitaban”, dijo.
Juana cuenta que su hijo tuvo que ser llevado al puerto de Veracruz para realizarle estudios, pero antes de que pudieran logarlo fue declarado con muerte cerebral.
“Lo único que le pedí a Dios es que llegara bien para que se le hicieran estudios, porque tenía esperanza de que nos dieran mejores probabilidades. Al llegar al puerto veo un espectacular muy grande que decía más o menos que en Veracruz se donan órganos y pensé ‘Señor es acaso esta la misión que tu tienes para mi hijo?’. El sábado en la noche nos dijeron que mi hijo tenía muerte cerebral y ya no era apto para alguna operación; nos dijeron que sus órganos estaban al 100 y que podíamos donarlos”.
La decisión fue difícil pero la familia decidió ser empáticos con el dolor ajeno y donar los órganos que pudieran regalarle vida a otros.
“No es obra de nosotros, sino de Dios y de todos esos amigos que estaban orando. Gloria a Dios no se hizo un milagro sino varios milagros a través de la donación de los órganos, fueron seis personas quienes recibieron sus órganos”
Trámites desgastantes
Juan lamenta que a pesar de lo difícil que fue tomar la decisión de donar los órganos de Héctor, fue peor aun todo el proceso que siguió.
“Fue muy difícil porque después de decir sí a la donación, pediría que se hiciera una ley para tener apoyo, que sea más rápido y accesible todo este trámite. Es desgastante física y emocionalmente para hacer todos los trámites que conllevan”.
Tras la declaración de muerte cerebral de Héctor, pasaron casi 48 horas para que les entregaran el cuerpo luego de una operación de varias horas para remover sus órganos.
“El sábado lo declararon con muerte cerebral y el domingo nos llamaron para darnos la opción, lo aceptamos y después de eso fue un calvario para mi esposo, ir a la Fiscalía, regresar, firmar muchos trámites. Su cuerpo nos lo entregaron el lunes a las 11 de la noche”.
Por ello afirma que es necesario que los trámites sean mucho más ágiles y entiendan el proceso de fuelóleo que están pasando las familias. Aún así, admite que a pesar del dolor, es reconfortante saber que su hijo aún está vivo a través de otros.
“Mi hijo no ha muerto, vive, el Señor es misericordioso y la misión de mi hijo era transcender, Dios es amor y mi hijo trascendió en amor. Estoy hecha pedazos pero fortalecida por el amor de Dios, sé que está gozando la vida eterna y sé que algún día nos vamos a encontrar”.