Sobrevivientes: Hombres víctimas de abuso sexual
Está investigación del fotógrafo Héctor AD Quintanar ganó el segundo lugar en la categoría de fotografía en el concurso de periodismo de investigación convocado por el Comisión Estatal de Atención y Protección de Periodistas.
Xalapa, Ver.- (AVC/ Héctor AD Quintanar)Cuando “Santi” abrió los ojos en medio de una oscuridad profunda , la sensación que lo sacó del shock fue un intenso dolor en la parte trasera de su cuerpo que le impidió incorporarse obligándolo a permanecer algunos momentos en cuclillas.
Adaptándose a la hiriente sensación e intentando volver a ponerse el pantalón que a la fuerza le fue bajado hasta los tobillos para poder perpetrar el ataque se vistió lentamente en medio de una neblina mental que no le dejaba dar cuenta de lo ocurrido.
Confundido, desubicado y lastimado por la brutalidad de la agresión Santi caminó hasta su casa lentamente. Llegó, cerró las puertas y supo que la única manera de sobrevivir y protegerse sería autoimponerse un voto de silencio, pues en la Xalapa de los 60’s nadie iba a proteger a un niño diferente, de barrio que había sido abusado sexualmente por un agresor mayor que él . En ese momento Santi tenía 10 años.
Con el tiempo buscó mil maneras de sobrellevar la vida tratando de sobreponerse o cuando menos olvidar lo ocurrido, pero el calvario apenas comenzaba. En el barrio el agresor presumió la violación y el pequeño se convirtió en objeto de burlas y de acoso. Le gritaban, le chiflaban y físicamente trataron de someterlo para abusar de nuevo de él. La noticia de la violación llegó a oídos de la familia y lejos de ofrecer arropamiento o protección, le fue otorgado un rechazo absoluto que con el tiempo se convirtió en menosprecio.
Santi era diferente. Era un niño que se movía más que los otros niños, que sonreía más que los otros niños. Santi no era un niño fuerte ni quería serlo ni mucho menos le gustaba la confrontación física como hacían alarde sus amigos y vecinos del barrio. Esto fue lo que lo hizo vulnerable en un espacio repleto de agresores mayores que buscaban violentarlo aprovechándose de su condición e identidad sexual.
No le fue fácil saberse y reconocerse como un joven gay en la Xalapa de los años 60´s y 70’s. La comunidad sufría discriminación a nivel mundial y nacional que en muchos casos culminó en linchamiento social, asesinatos y menosprecio.
Su refugio fue un aislamiento rotundo y en una obsesiva manía por trabajar y conseguir dinero para salir del barrio y tratar de estar en un lugar seguro donde no tuviera que convencerse todos los días de que no le gustaban los hombres y repitiéndose mentalmente: no soy gay, para tratar de cambiarse a sí mismo y así no seguir sufriendo.
Quiero ayuda, Ya no quiero ser puto
Años de acoso, de agresiones y de sufrir menosprecio por parte de su familia llevaron a Santi a conocer a fondo la depresión y a experimentar las consecuencias. Una tarde , mentalmente agobiado y cansado de su situación, Santi tomó todas las medicinas que encontró en casa: Pastillas para dolor de cabeza, píldoras para dolor de estómago y cuanta medicina encontró y las trituró lentamente para disolverlas en un vaso con agua. En el proceso recordó su infancia, el ataque, todo el cariño que se le fue negado y todos los días y noches de lágrimas y llanto de un joven que fue victimizado y revictimizado por quienes debían protegerlo.
No tomó ese vaso con medicamentos. Tiró el contenido en el WC y decidió buscar apoyo y ayuda, pero ahora lejos de quienes lo rodeaban.
La necesidad de comunicarle a alguien su situación lo llevó a descubrir una clínica de ayuda psicológica de la Universidad Veracruzana.
En ese tiempo, la homosexualidad era a veces malinterpretada como una enfermedad y/o padecimiento psicológico. Santi tomó una pizca de valor, la necesaria para hacer cambios importantes en la vida. Dubitativo se detuvo en la entrada de la clínica. Ante la curiosa actitud, la recepcionista le invitó a pasar y a tomar un vaso de agua. ¿En qué te podemos ayudar? Preguntó amablemente ella, a lo que un devastado, confundido y lastimado Santi respondió:
-Es que soy puto… y ya no quiero ser puto-, dijo.
Ante esto, la recepcionista lo arropó con un abrazo. Con este acto comprendió que no era él quien estaba mal, o enfermo . Entendió que era una víctima y que merecía amor para vivir y recuperarse.
Sobrevivir y ser feliz
La ayuda llegó a través de sesiones de terapia y en la autoaceptación. Con trabajo arduo y un nivel alto de auto exigencia Santi pudo obtener diversos empleos que lo llevaron a trabajar en el extranjero y medianamente llevar una vida normal lejos del país homofóbico que le causó tanto daño y que no estaba listo para adoptar la diversidad sin agredir a quienes son diferentes.
Cursó estudios profesionales y durante más de 3 décadas se dedicó a llevar una vida plena llena de trabajo y también de discreción.
Nunca fue fácil ejercer plenamente el amor ni mucho menos, pero siempre se encontró las herramientas para poder vivir y expresar sentimientos a pesar de todo lo que había vivido. Hasta el día de hoy, siendo un adulto mayor, Santi tiene que ejercer su vida sentimental en las sombras, con altos índices de discreción por parte de sus parejas y de sus prácticas. La pornografía ha sido desde hace años una manera en la que ejerce el placer sexual sin sentirse vulnerado, atacado o expuesto a volver a ser agredido por su identidad.
Hoy, Santi es un hombre de la tercera edad recuperado y con vocación y preocupación por quienes han vivido lo mismo que él. Desde hace años ha creado un ritual donde se limpia el cuerpo durante el baño y reza un padre nuestro al que él le ha agregado lo siguiente.
Oración del sobreviviente.
Señor:
Gracias por darle a mi cuerpo el poder de la auto sanación, física, emocional , espiritual y mental.
Gracias a ello mis sistemas funcionan maravillosamente, porque están recuperando capacidades perdidas, despertando capacidades dormidas y construyendo nuevas capacidades para que yo pueda cumplir con la misión que tú me diste cuando me diste la vida: trabajar para hacer un mundo mejor basado en el principio de amor a la humanidad.Reconozco que durante mi vida he sido vulnerado , ofendido, maltratado, sometido..
Por eso, estoy trabajando desde lo más profundo de mi ser para transformarme, transformar mi vida, transformar el mundo y transformar el universo.
Por favor Señor, aleja de mí para siempre a la gente que me ha hecho daño, la que me está haciendo daño y la que me quiere hacer daño.
Ayúdame a triunfar en esta vida aquí y ahora, te lo suplico en el nombre del amor, por el amor y para el amor AMÉN.
Hasta el día de hoy, Santi y su agresor viven en la misma zona. Su abusador ahora es padre de familia y abuelo de niños . Se sabe que su caso no fue el único, existen más niños abusados por el agresor.
Nunca fue denunciado. El depredador sexual sigue libre.