Reserva de San Pedro del Monte: En una noche, taladores cortaron árboles de 100 años

Por: Flavia Morales / AVC Noticias
Fotografía: Oscar Martínez / AVC Noticias


2020-09-22
El área natural protegida de San Pedro del Monte es atacada por taladores clandestinos, denuncian ambientalistas. *En los últimos meses han entrado a tres zonas para talar al menos 50 árboles * Los venden en aserraderos clandestinos. * Esta reserva se ubica a unos kilómetros de San Juan del Monte que se incendió en 2019.


Perote, Ver.- (AVC/Flavia Morales/Especial) El área natural protegida de San Pedro del Monte es atacada por taladores clandestinos, denuncian ambientalistas. Hace poco más de un mes, en una noche, cortaron más de 20 árboles cuya edad era de alrededor de 90 años de edad.

Pero no es la única intervención, a lo largo del año, lugareños descubrieron al menos tres zonas de tala de donde calculan se llevaron más de 50 árboles de pino de las especies patula y teocote, valiosos en los aserraderos clandestinos.

El área natural protegida de San Pedro del Monte abarca 359 hectáreas y se ubica entre los municipios de Las Vigas y Perote, aunque tiene guardaparques a cargo de su conservación y mantenimiento, estos no han reportado oficialmente a la Secretaría de Medio Ambiente estatal, la tala ilegal. El lugar está  apenas a unos kilómetros del área natural de San Juan del Monte que se incendió en 2019. 


A unos metros de la comunidad El Llanillo en Perote, se observa en su esplendor este bosque de pino de coníferas a 3 mil metros sobre el nivel del mar. Basta caminar por el sendero, para observar entre los árboles de más de 30 metros la devastación que dejaron los taladores.

La noche de la tala, el ruido de las motosierras se escuchó hasta el pueblo, narran lugareños. Las pruebas se encuentran en el lugar, entre el bosque hay restos de árboles partidos tirados, ramas y los troncos tienen rastros de la motosierra.  Durante la madrugada vieron bajar por el camino, cinco camiones llenos de troncos de madera.

“Los taladores ni se esforzaron en esconderse”, advierten ambientalistas y habitantes, quienes piden el anonimato por temor a amenazas.

“ Los que se llevaron, son los de mejor madera, no tienen defectos, solo cortan los primeros metros del árbol, la punta y las ramas las dejan porque no son valiosas para ellos, y no tienen tiempo de llevarlos”, explican.

El modo de operar es similar al de la tala organizada a gran escala: Llegan de madrugada en camiones, llevan yuntas para arrastrar los troncos y motosierras que cortan en minutos árboles que tardan hasta 90 años en crecer. En la última tala, los lugareños calculan que se tardaron tres horas.

En la zona talada,  hay decenas de troncos cortados.  En los troncos se ven los anillos que cuentan los años de los árboles caídos.  Don “Mario” saca su navaja, cuenta las marcas, un árbol tenía 70, otro 90 años.

La madera se vende clandestinamente en los aserraderos de la zona, que compran la madera sin verificar el origen, para el transporte los taladores usan guías de la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat), que “lavan” o reutilizan cambiando fechas y lugares por si la Guardia Nacional o la Procuraduría Federal del Medio Ambiente los detiene.

El costo de un árbol promedio es de 1,600 pesos el metro cúbico, entre 6 y 7 mil pesos. Calculan que la noche de la tala, se llevaron un cargamento de árboles cuyo valor comercial alcanza los 150 mil pesos.

Habitantes de la región, sospechan que la tala clandestina puede ser en complicidad con los propios guardabosques y empleados de la Sedema, quienes a la fecha no denunciaron la entrada sistemática de los taladores.

Cuentan que ellos mismos han construido cabañas, truchas y complejos turísticos dentro de la zona como si fuera su propiedad. En algunas ocasiones cobran a los lugareños para entrar al área por leña o a meter ganado.

Son guardabosques cuyas familias han estado por varios años a cargo del área y se han pasado el cargo de generación en generación, explican.

En 2014, autoridades ambientales quitaron de esa zona, cabañas y espacios de truchas en el área natural que habían construido  Enrique e isaias Dominguez Landa.

En el recorrido realizado por estos reporteros, se observaron nuevamente construcciones turísticas y un lugar llamado “truchas dominguez”, actividad prohibida en estas áreas.

La tala en esta zona es altamente riesgosa, advierten ambientalistas expertos, porque compromete la captación de agua de la cuenca del Pixquiac que abastece a parte de Xalapa.

Por los senderos del bosque se pueden observar manantiales,   cajas captadoras y tomas de agua, en total diez de la Comisión de Agua de Xalapa para abastecer parte de la ciudad.

Lo que más preocupa a los ambientalistas y habitantes, es que el área está prácticamente abandonada, apenas cuidada por un par de guardabosques y la Sedema no inspecciona ni hace podas forestales.

Los expertos alertan que dentro del área es necesario realizar podas forestales, brechas corta incendios y un diagnóstico forestal del área para que no se convierta en un bosque viejo susceptible de incendios, como ocurrió en la reserva San Juan del Monte en 2019.

El área de San Pedro de Monte fue expropiada por el Gobierno de Veracruz en 1979 y tiene un gran valor ambiental y social. A la fecha se han identificado al menos 178 especies de animales.

En 2018, montañistas también denunciaron tala ilegal en la zona, sin embargo Sedema no fue a supervisar.