José Luis Couttolenc Soto
Fotos: Luis Fernando Fernández y cortesía Luz Jiménez
Xalapa, Ver.- Los dispositivos anti-trata de personas han quedado solo en el discurso, propiciando que investigaciones con perspectiva crítica cuestionen cómo gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y medios de comunicación abordan la trata de mujeres con fines sexuales en distintos contextos a nivel local, nacional e internacional, planteó Luz Jiménez Portilla, coordinadora del Centro de Estudios de Género de la Universidad Veracruzana (UV).
La universitaria mencionó lo anterior al hablar de la investigación “Representaciones de la trata sexual de mujeres en contextos neoliberales: el papel de los productos culturales en la operación del dispositivo anti-trata mexicano”, cuyos resultados son compartidos con tomadores de decisiones para ser considerados en la implementación de acciones y políticas que abonen a la solución del problema.
Refirió que las representaciones artísticas y culturales de la trata sexual de mujeres en contextos neoliberales, constantemente refuerzan narrativas que priorizan políticas punitivas y criminalización, desviándose de un análisis de las condiciones estructurales que contribuyen a la vulnerabilidad de las mujeres.
Precisó que estas representaciones, influenciadas por un dispositivo anti-trata, pueden contribuir a reforzar estereotipos y discursos que alejan la atención de las causas económicas y sociales de la trata.
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Apuntó que el dispositivo que opera a través de representaciones mediáticas y artísticas se enfoca en la criminalización de la trata, y refuerza discursos y políticas que priorizan la represión sobre la prevención y protección; en tanto a nivel mundial, se ha articulado un discurso dominante respecto a dicho fenómeno, legitimado social e institucionalmente como la única verdad al excluir o negar las aportaciones realizadas desde otros marcos de interpretación.
Recordó que cuando México ratificó el Protocolo de Palermo (2003), “para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños”, inició la configuración de un complejo dispositivo anti-trata con una clara tendencia hacia la atención del problema.
Reconoció que la trata de mujeres forzadas a trabajar en los mercados sexuales en México, constituye un proceso complejo que no se ajusta totalmente a las definiciones adoptadas por la narrativa dominante a nivel internacional, que a la vez ha sido adaptada al contexto mexicano.
En el discurso de la trata sexual de mujeres, dijo, está ausente cualquier referencia que cuestione la noción de opresión total, y mucho menos la asociación de la explotación sexual con la laboral en los contextos contemporáneos.
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La coordinadora del Centro de Estudios de Género de la UV expresó que es necesaria la adopción de un enfoque más crítico y feminista que considere las dinámicas económicas y sociales que impulsan la trata, así como la diversidad de experiencias de las mujeres afectadas.
“Las representaciones artísticas sobre la trata sexual de mujeres que leemos, escuchamos o miramos en la pantalla forman parte de lo que hemos denominado como dispositivo anti-trata, producto de un conjunto de relaciones de poder que atraviesan la noción de cuerpo y sexualidad de las mujeres”, refirió.