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jueves 21 de noviembre de 2024
   
Confinamiento en casa por Covid: ¿Quién cuida a mamás y papás?
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Confinamiento en casa por Covid: ¿Quién cuida a mamás y papás? Foto: AVC / Noticias
AVC/Noticias �.  
2021-04-05.- ¿A un año de la pandemia, cómo se sienten mamá y papá? * En México vivimos uno de los confinamientos más largos, lo que ha provocado agobio y agotamiento para madres y padres * Este es el segundo texto del serial: Salud mental en tiempos de pandemia.



Xalapa, Ver.- (AVC/Ligia Donají Soto) El despertador del celular da arranque el día. En casa no hay campana para anunciar la entrada y salida al salón de clases. Joss despierta antes que sus hijas de 9 y 5 años. Se da un baño, alista lo que hará de comer, hace desayuno, pone la lavadora y saca pendientes diarios. Su día comienza a las 7 de la mañana y termina 1 30 o 2 de la madrugada. En la noche, cuando las niñas descansan, limpia la casa, hierve la pasta para el día siguiente o separa la ropa que lavó por la mañana.

De acuerdo a Silvia Viñas, periodista uruguaya para el Washington Post, en México y América Latina vivimos una de las cuarentenas más largas por Covid-19, a diferencia de países como Inglaterra, donde hubo un regreso a la “nueva normalidad”. Los estudiantes volvieron a clases, lo que ayudó a clarificar las rutinas, permitiendo la concentración casi plena de cada persona en sus actividades. Por supuesto, existió temor de un posible contagio y sin embargo, ese tiempo permitió un respiro mental y anímico.

En marzo de 2020, la incertidumbre imperaba. No había información precisa, nadie estaba preparado. Las medidas tomadas ante la contingencia no tenían precedente; se habían enfrentado pandemias, pero esta vez, la enfermedad provenía de un virus poco conocido. La cuarentena comenzó en su sentido estricto, pocos imaginábamos un periodo tan largo. El confinamiento ha suscitado en las personas cansancio, sobre todo, agobio, estrés, ansiedad, culpa, falta de esperanza.

¿A un año de la pandemia, cómo se sienten mamá y papá?. Este es segundo texto de la serie Salud mental en tiempos de pandemia, que reporteras de AVC Noticias realizan al cumplirse un año de la llegada del Covid a Veracruz.


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Agotamiento y agobio para padres

Belém se levanta 4:30, prepara el refrigerio a su esposo, le da algo para desayunar y cuando él se va, ella sube tareas de sus hijas a la plataforma de la escuela donde estudian. Luego de hacer alguna otra actividad, trata de dormir hasta la hora de despertar a sus hijas. “No es lo mismo con horas fraccionadas, siento que no descanso, pero sí duermo un poquito en ese lapso, porque si no, no aguantaría todo el día.”


“Pensé que iba a ser por un periodo corto, no imaginé todo lo que iba a cambiar en mi rutina, pensé que iba ser más fácil, que iba a tener más tiempo. Antes subía tareas luego de que las niñas se acostaban, se me hacía muy tarde y me dormía entre 1:30 y 2 de la mañana. Dormía muy poco y me empecé a sentir mal.”


Durante el confinamiento, madres y padres de familia no cuentan con la ayuda de antes por parte de educadores, abuelos, clases extraescolares. La rutina transcurre de lunes a viernes, de la mañana a la noche en casa, sin espacios considerables de receso. Es normal sentirse rebasado.


La hija menor de Joss toma terapia auditivo-verbal y Lengua de Señas Mexicana tres veces por semana, por lo que su hija mayor ha tenido que volverse más independiente. “Hubo un momento en que bajó su rendimiento, dije voy a hacer primaria toda la mañana y kínder en la tarde, pero no me da el tiempo, me vuelvo loca, hay momentos en que lloro porque no sé a la pequeña cómo explicarle”.


“Cuando la familia empezó a caer enferma y conocidos empezaron a caer enfermos, sentí miedo al contagio…. Eran muchos pensamientos: qué voy a hacer si me enfermo, qué tengo que hacer para no enfermar a los demás, no hay trabajo, qué voy a hacer en 5 años, en 20 años... Cosas de lo más simple a lo más complejo me quitan el sueño una o 2 veces por semana” comenta Joss.



Tener covid y seguir con la rutina


Jonathan y su familia tuvieron Covid el año pasado, pero están conscientes que eso y el haberse vacunado, no garantiza evitar el contagio. El papá de Jonathan padece enfermedades crónicas, lo que lo vuelve más vulnerable, por lo que los demás en la familia extreman precauciones.


“Trato de estar calmado. Hacer otras actividades, ir a ver a mi hermano o a personas que tengan los cuidados que yo tengo, porque también hace falta tener comunicación con alguien para estar bien. He tenido insomnio, pero creo es parte de la misma psicosis que genera esto y pues me baño en la madrugada o cuento borregos.” Finaliza, dándose ánimos.


Belém habilita los espacios de casa para que las niñas realicen sus actividades sin interferir la una con la otra: Siento que no tengo un espacio en el que me pueda relajar tantito, todo el día es estarme moviendo aunque sea en estos 2 cuartos, no paro.”..Es complicado darme un tiempo para mí. En la sala estoy con Cami, en el comedor está Vale y pues prácticamente es un mismo cuarto; estoy con una oyendo lo de la clase de Vale; hay cositas que se atora y me pregunta”.


Qué pasa con l@s pequeñ @s de casa


Educar es además de dialogar, mostrar con hechos. ¿Cómo demostrar entereza y certidumbre cuando no se tiene? Unicef recomienda apoyo, diálogo, actividad física, no sobreexponerlos a excesos de información, limitar los tiempos que pasen frente a pantallas, las actividades lúdicas donde hagan uso de su creatividad e imaginación; pero el tiempo y las energías a veces no alcanzan.


“Camila es muy rápida, tiene mucha energía contenida; la pongo a ayudarme en cosas porque si no, empieza a hacer travesuras y es por no hacer otra actividad. Corre dentro de la casa, anda en su triciclo, pero no es lo mismo. Ya no le veo el mismo interés en la escuela: tiene flojera, no quiere participar, ya le da flojera hasta pintar..” observa Belém sobre su hija menor.


“A mis hijas las percibo muy apáticas, con muchas situaciones… Mi desesperación es que no puedo darles tanta diversión, aunque hacemos manualidades y postres, hicimos piñatas; les pongo una alberquita y me ponga de cabeza y me pinto como payaso, no logró saciarlas de felicidad, ni darles eso que como niñas necesitan para sentirse libres, felices”, afirma Joss. “Si nos invitan a alguna caravana no quieren porque qué caso hay…”


A un año de la declaración del Gobierno Federal de quedarse en casa debido al Covid 19, las rutinas en los hogares se han modificado, a nivel global. De acuerdo a datos del Inegi, en el ciclo 2020-21 desertaron más de 5 millones de estudiantes. El derecho de niños y jóvenes a recibir educación que garantice su desarrollo e igualdad, se ha visto rebasado por diversas condiciones. Los niños que reciben educación, viven con sus familias, situaciones que complejizan sus rutinas, espacios y estados anímicos.


Dominic cursa cuarto grado, es hijo único y vive con sus abuelos y su papá, quien diariamente asiste a trabajar, además de atender su negocio particular. Para hacer tareas y entender temas complicados, Dominic asiste a una escuelita de apoyo por la tarde. A la hora que llega su papá de trabajar, revisan dudas o comparten lo que hicieron en el día. Antes de ir a trabajar, Jonathan le deja sus cosas listas para que tome las clases, le manda los enlaces a su celular y el niño se conecta, solo.  

Dominic acostumbraba pasear cada domingo con su papá. Ahora sus espacios de recreación son en el interior de su vivienda, viendo televisión o jugando videojuegos.


La tecnología ha desplazado al juego y las actividades de recreo en espacios exteriores, incluso antes de la pandemia. Abundan ejemplos, sobre todo en entornos urbanos, en los que el centro de juego lo ocupaba predominantemente, el patio de la escuela. Con el crecimiento de actividades estructuradas por deberes escolares y pandemia, jugar en espacios que permitan movilidad física a los pequeños es casi un lujo.


En palabras de Camilo Morales, académico del Programa de Estudios Interdisciplinarios sobre la Infancia en Chile, las medidas respecto a momentos de movilidad en la infancia en una escala global, han sido de carácter exclusivamente normativo. Habría que ejercer el derecho a recreación y esparcimiento de niñas y niños y no invisibilizar sus necesidades como sujetos en construcción.


Su bienestar en el nuestro


El tema de esparcimiento en confinamiento es complicado, incluye replanteamientos en dinámicas familiares, educativas y de políticas públicas que deberán irse consolidando. Volver los días de 28 horas y ser creativos para acondicionar espacios. Sin embargo, son cambios necesarios que incidirán en la salud mental y física.


“Me hace sentir ofuscada no tener tiempo para mí. Llega el momento en que no puedo más, me siento muy cansada, que todo el día mi casa está botada, tengo una niña de 3 años que estando encerrada se la pasa botando juguetes, en el piso, ensuciándose, y siento que no acabo. Logro volver a la calma poniendo música, empiezo a cantar y me voy tranquilizando” comparte Belém sobre cómo sobrelleva los momentos de extremo agobio.


“Cuando ellas no le entienden a algún tema, buscamos la manera: busco un video, lo entiendo yo o ella y quedamos todas bien; hay veces que le preguntamos a mi esposo, no dejo que se queden con algo que no sepan” finaliza. Porque el cansancio puede ser extremo, pero gana la conciencia de que el bienestar de un hijo, depende de las decisiones del adulto a cargo.


“Ya vimos todas las series, todas las caricaturas; de postres ya no queremos saber nada. Yo digo: si ellos, que en realidad deberían vivir su infancia estando con más niños, divertirse, hacer travesuras, caerse, vivir de esa forma su inocencia y a pesar de todo, se muestran felices y dispuestos a comenzar cada día, debemos tomarlos como nuestra fortaleza.” concluye Joss, acerca de cómo percibe a sus niñas durante el confinamiento.

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