Xalapa, Ver. (AVC/Ana Mozo/Verónica Huerta) La falta de información pública sobre el manejo, estado físico y bienestar de los animales resguardados en el Santuario de Vida Silvestre “Naturalia” mantiene en alerta a activistas y especialistas en fauna silvestre, coincidieron defensoras y defensores de los derechos de los animales.

En entrevista para AVC Noticias, Lourdes Jiménez, coordinadora del proyecto ARPA y de la Coalición de Activistas por los Derechos de los Animales en Veracruz, señaló que el sitio opera sin claridad sobre el estatus de los ejemplares resguardados y el destino de aquellos que, según la autoridad, habrían sido liberados.

Jiménez explicó que los estándares mínimos de bienestar animal no dependen de percepciones personales, sino de indicadores establecidos por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y las Normas Oficiciales Mexicanas, que regulan el manejo de fauna silvestre en cautiverio.

Por su parte, el presidente de la asociación civil Regalemos un Paraizoo, Rafael Bravo Araujo, expuso que los recintos de Naturalia no son adecuados para la rehabilitación de animales, particularmente en el caso de los jaguares.

 Aunque Naturalia afirma contar con planes de manejo autorizados, Jiménez subraya la necesidad de mayor transparencia y de información pública sobre el estado real de los animales.

Liberaciones sin información pública

La administración de Naturalia está actualmente a cargo de la secretaria de Medio Ambiente estatal, Luz María Zaleta Mendoza, quien en su comparecencia ante el Congreso local respondió a las críticas afirmando que la disminución de animales en exhibición se debe a que han sido rehabilitados y liberados.

“Se ha criticado que los espacios están vacíos, pero es un logro: hemos logrado rehabilitar y liberar”, dijo ante legisladoras y legisladores.

No obstante, Jiménez advierte que muchos de los ejemplares que habrían sido reubicados no eran candidatos a la vida silvestre, pues pertenecen a especies protegidas, estaban en rehabilitación, provenían de otras UMAS o estaban bajo convenios que contemplaban su traslado a espacios destinados a conservación o reproducción. 

“Para liberar animales se requiere un proceso de rehabilitación profundo. No es sencillo liberar fauna silvestre y menos si ha estado en otras UMAS. Cada especie necesita un espacio distinto”, señaló.

Sobre el destino de los animales, afirmó que no existe información oficial que indique en qué zonas fueron reintroducidos, si se cumplieron protocolos o si la Profepa validó las evaluaciones.

“No hay comunicación suficiente para saber qué animales se liberaron, cuáles regresaron a las UMAS que los prestaron. Es muy fácil decir ‘los liberamos’. Queremos saber dónde, cuáles y por qué”.

Los recintos no son idóneos para rehabilitación

Bravo Araujo lamentó que Naturalia abriera sus puertas antes de que la pasada administración de Sedema completara las Unidades de Manejo Ambiental, con el fin de inaugurar la obra durante el sexenio de Cuitláhuac García.

“Es un espacio ambientalmente pobre, sin enriquecimiento, no está bien planeado. Había áreas sin concluir y espacios que se anunciaron con animales que nunca llegaron”, dijo.

Añadió que esta falta de infraestructura va en contra de los planes de manejo ambiental y afecta el bienestar de ejemplares que llegan ya estresados por los traslados.

Conductas de estrés y hábitats inadecuados

 Jiménez señaló que las conductas repetitivas, el aislamiento, la pérdida de apetito y los cambios bruscos de comportamiento son señales de estrés en animales cautivos.

Aunque algunos recintos tienen vegetación adecuada, otros resultan inadecuados, como el espacio destinado a los jaguares.

“Los jaguares están en áreas muy abiertas. Han priorizado que el público los vea en lugar de proteger al animal. Un jaguar no debería estar tan expuesto”, afirmó.

 Bravo añadió que uno de los tres jaguares presenta comportamientos estereotipados relacionados con estrés y que el lugar carece de áreas de enriquecimiento ambiental apropiadas.

 Otro caso es el de un loro polluelo depositado por Profepa que, en lugar de ser incluido en un proceso de asilvestramiento, permaneció en Naturalia sin un programa adecuado.

“Naturalia no tiene protocolos de reintroducción ni programas de rehabilitación claros. Los cambios constantes de personal ponen en riesgo a los animales”, dijo.

 Naturalia no es un zoológico

 Jiménez recordó que un santuario debe priorizar el bienestar animal y contar con información clara sobre cada ejemplar: origen, motivos de resguardo y razones por las que no puede ser reintegrado a su hábitat.

“Quien entra debería saber qué animal está viendo, de dónde viene y por qué está ahí. Eso falta en Naturalia”.

 También señaló la necesidad de identificar públicamente a las personas responsables del cuidado de los animales y sus credenciales. Recordó que todos los ejemplares están en cautiverio debido a maltrato, decomisos o accidentes.

Tráfico de fauna y prácticas cuestionadas

Para Jiménez, uno de los mayores problemas del país es la venta legal e ilegal de fauna silvestre, muchas veces vinculada a zoológicos y a la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México (AZCARM).

 “Si no respetamos a los demás seres vivos, no vamos a sobrevivir”, advirtió.

 Visitantes expresan su decepción

Visitantes entrevistados expresaron su descontento por la experiencia: ausencia de animales anunciados, áreas con maleza, plagas, falta de higiene en baños y recintos sucios.

Algunos lamentaron el estrés aparente de especies como cocodrilos, venados o jaguares, y cuestionaron las dimensiones reducidas de los espacios.

 ¿Dónde está Naturalia?

Naturalia se ubica dentro del Área Natural Protegida El Tejar–Garnica, decretada en 1986 con más de 130 hectáreas, entre Lázaro Cárdenas y Murillo Vidal, en Xalapa. 

Al inaugurarse en 2024, se anunció que albergaría 300 animales rescatados del tráfico ilegal y decomisos. Sin embargo, algunos especímenes provinieron de zoológicos de Chiapas y Tabasco, incluidos dos jaguares hembras sin pareja reproductiva.

La Ley de Protección Animal de Veracruz prohíbe la explotación de fauna con fines de entretenimiento, pero las UMAS tienen reglas específicas de preservación.

El santuario, construido con una inversión de 95 millones de pesos, fue presentado como un proyecto educativo para promover conciencia ecológica y, en algunos casos, apoyar reintegraciones a la vida silvestre.