Córdoba, Ver.- El municipio de Córdoba no son sólo es un atractivo turístico de índole natural, gastronómico y patrimonial. En su historia, existen leyendas que han sobrevivido al paso del tiempo: una de ellas es La Mulata de Córdoba.
Aunque no tiene asidero en la historia real, sí representa el imaginario colectivo que imperaba en la época virreinal y que veía en la mujer la posibilidad de ser tentada por el Diablo.
La bella leyenda trascendió gracias al relato registrado por el historiador Luis González Aragón (1865-1938) y el poeta Xavier Villaurutia (1903-1950) dentro de sus estudios y textos.
Según el relato, la mulata, se llamaba Soledad y vivía en la población de Córdoba, la cual fue fundada en 1618. A parte de su belleza, ella fue muy conocida por sus servicios como “hechicera”.
Los hombres de la región se peleaban y deseaban conquistar la dulzura de su corazón. Cosa que ninguno logró, ya que siempre la mulata estuvo solitaria por sus caminos.
Se decía que esa hermosa mulata tenía poderes mágicos y que al mismo tiempo se le podía ver en Antequera (hoy Oaxaca), Valladolid (hoy Morelia) o en la ciudad de México.
Y que en noches de luna grande y plateada se le veía volar sobre una escoba surcando la oscuridad y reír con sus dientes aperlados. Muchos más decían que de su choza por las noches salían lengüetas de fuego y que con su pelo negrísimo y ensortijado seducía a bellos mancebos y a nobles caballeros.
La hermosura de Soledad enamoró al entonces alcalde de Córdoba, Martín de Ocaña quien ofreció toda clase de dádivas con tal de poseer a la mujer.
Sin embargo, al igual que a los otros hombres, lo rechazó sin saber que había sellado su destino. El funcionario la acusó ante el Tribunal de la Santa Inquisición como bruja y fue encarcelada y llevada al Castillo de San Juan de Ulúa. De allí que esta leyenda hace parte de los relatos que circulan de los vestigios del imponente Castillo del puerto de Veracruz.
Un relato que se encuentra en el Archivo Histórico de la Ciudad asegura que durante la noche previa a su ejecución pasó todo el tiempo dibujando un magnifico barco en la pared de su celda con un trozo de carbón.
Cuando los guardias fueron por ella para conducirla a su destino fatal y tras sorprenderse por la obra de arte que la mulata había logrado dibujar con tan pocos recursos y en tan poco tiempo, Soledad les preguntó qué era lo que faltaba al navío.
Ello contestaron: "Que navegue", y fue en se momento que Soledad subió a su dibujo y el barco comenzó a navegar por las paredes hasta perderse en el muro y escapar de ahí.
La leyenda cuenta que nadie nunca más volvió a saber de Soledad; si se visita el Castillo de San Juan de Ulúa, es común conocer esta leyenda e incluso, hay quienes sienten una extraña presencia entre sus centenarios muros.
La leyenda dice que nadie nunca más supo de ella. Si algún día visita el castillo de San Juan de Ulúa, no se sorprenda ya que los moradores y guías aseguran que hay personas que han sentido una extraña presencia entre sus coloniales muros.
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