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Viernes 19 de abril de 2024
Falsos odios II: La Nueva Espa�a: �reino o colonia?

Actualizado: 2021-06-24
FELIPE DE JES�S FERN�NDEZ BASILIO

DESDE A JANELA

Falsos odios II: La Nueva Espa�a: �reino o colonia?

La semana pasada comenzamos esta serie que busca demostrar como a base de prejuicios, cuyo origen se encuentra en la ignorancia o en el mejor de los casos en el conocimiento parcial de los acontecimientos hist�ricos, se ha creado un discurso de odio basado en juicios de valor que en la �poca analizada simplemente no exist�an.

Y as� vimos como la llamada conquista de M�xico no fue tal y como a partir del siglo XX el llamado �gobierno emanado de la revoluci�n mexicana� nos empez� a contar esas historias llenas odio y de rencor que en su momento no estaban presentes y es que no existe una sola evidencia de la �poca que as� lo demuestre.

Ahora vamos a abordar el mal llamado �periodo colonial� y es que la Nueva Espa�a no fue de ninguna manera lo que se conoce pol�ticamente como una colonia, ya que este t�rmino en la acepci�n que nos ocupa se refiere a un territorio invadido y ocupado por medio de la fuerza militar y en el cual sus ocupantes a�slan o eliminan a sus habitantes originales para despu�s disponer del territorio y sus recursos; ejemplos de ello sobran con el colonialismo que las diversas naciones europeas impusieron en �frica y en partes del sudeste asi�tico en el siglo XIX.

Sin embargo, en el siglo XVI las cosas eran muy diferentes a las que hab�a hace dos siglos, ya que por una parte las potencias europeas no exist�an o estaban en una �poca temprana de formaci�n y por la otra ni remotamente ten�an el conocimiento de las tierras que iban avistando ni mucho menos de los pueblos y recursos que conten�an, como s� aconteci� cuando en el Congreso de Berl�n las potencias europeas se repartieron �frica con la �nica finalidad de tener una propiedad sobre las partes que a cada una le correspondi�.

Ahora bien en el caso concreto de Iberoam�rica, otros factores incidieron en la manera en la que se fue formando pol�tica y administrativamente y uno de ellos fue la propia estructura que ten�an los pueblos ib�ricos en ese entonces, pueblos que se encontraban agrupados en diversos reinos de acuerdo a sus caracter�sticas nacionales y que en un principio se unificaron bajo el r�gimen de lo que en derecho internacional se conoce como una uni�n personal; es decir lo �nico que ten�an en com�n era un mismo monarca pero conservaban por separado todas sus dem�s instituciones y leyes.

Es decir, quien a finales del siglo XVI (la m�xima �poca de esplendor ib�rico) era el Rey, no se dec�a Rey de Espa�a o de los espa�oles, sino que era rey de Castilla y Le�n, Rey de Arag�n, Rey de Navarra, Rey de Portugal, Rey de N�poles, Rey de Sicilia, entre otros muchos t�tulos y dominios que ten�a; m�s en cada corte gobernaba de diferente forma y con diferentes prerrogativas, ya que no eran los mismos usos en la corte de Segovia que en la de Zaragoza ni mucho menos en Lisboa.

Pues ese sistema fue el que se traslad� a este continente y as� se fundaron diversos reinos, primero de peque�a extensi�n como en M�xico sucedi� con el Reino de M�xico, el Nuevo Reino de Le�n, la Nueva Galicia, el Nuevo Santander para despu�s pasar a unidades territoriales m�s grandes como lo fue el Reino de la Nueva Espa�a.

Mas todos estos reinos fundados de este lado del Atl�ntico fueron unidades territoriales con sus propias autoridades, pero de igual manera bajo un solo soberano, quien al no poder reinar f�sicamente en todas partes, utiliz� a la burocracia y as� se cre� el Consejo de Indias para administrar a todos los reinos fundados en otros continentes y tambi�n se vali� de la figura del vice-rey, que era un funcionario que ejerc�a con ciertas limitaciones el papel del soberano en el territorio que administraba, territorio que pod�a estar en Am�rica o en Europa, ya que en Italia tambi�n era muy frecuente que los hubiera.

Siendo esta una organizaci�n pol�tica que dista mucho de la que se aplic� en la �poca del colonialismo descarnado de los siglos XIX y XX, ya que como se dijo el af�n no era el de sojuzgar, sino que era el de imitar las propias instituciones.

Por ello es un error echar en el mismo saco el colonialismo con la �poca de los descubrimientos y en consecuencia no podemos hablar de una �poca colonial al referirnos al periodo del Reino de la Nueva Espa�a, en la que si bien hubo guerras y sometimiento en algunas partes, tambi�n hubo alianzas que perduraron durante todo el periodo, tal y como fue el caso de los tlaxcaltecas, quienes conservaron fueros, tradiciones y territorio, tan es as� que hasta la fecha el estado de Tlaxcala cuenta con los l�mites exactos que ten�an sus se�or�os en la �poca en que Cort�s lleg�.

Entonces ah� tenemos la primera falsa apreciaci�n en relaci�n con el conocimiento actual de ese periodo de la historia de M�xico, periodo que adem�s nos han dicho hasta el cansancio que fue una edad oscura en la cual s�lo imperaba la brutalidad y el terror teol�gico y que, salvo la obra de algunos pocos valientes, pocas luces hubo y en la historiograf�a oficial es un tema tab� que ocupa muy pocas horas de clase en las escuelas, en las que se se�ala de manera exagerada las partes m�s negativas del periodo.

Pero para no cansarnos, en esta ocasi�n nos conformamos con entender que es equivocado utilizar los t�rminos colonia y colonial para referirnos a la Nueva Espa�a, ya que �stos definen cosas muy diferentes a lo que fue en nuestro pa�s en ese periodo de su historia y ya en otras colaboraciones abordaremos otros t�picos de la que fuera la Nueva Espa�a.

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Twitter: @FelipeFBasilio

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