D�a de Muertos |
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Actualizado: 2020-11-02 |
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D�a de Muertos
Parlamento Veracruz
Juan Javier G�mez Cazar�n
Hace dos meses perd� a mi abuela Chita y este a�o es el primero con su foto en el altar del D�a de Muertos.
Si hay una caracter�stica de nuestra condici�n humana que nos recuerda que todas y todos somos iguales, es la muerte.
No s�lo porque todas y todos vamos a morir, sino tambi�n, y quiz� de manera m�s especial, porque todas y todos hemos perdido a alguien que amamos.
Inevitablemente, conforme avanza la vida y se aproxima nuestro propio momento para salir de ella, nuestros recuerdos se van poblando de m�s y m�s gente que se ha ido.
Las primeras despedidas empiezan tan temprano como la ni�ez -mi hija, por ejemplo, perdi� en Chita a su bisabuela-. Para cuando se est� en la mediana edad, el censo de quienes han partido -familia, amigas, amigos- es mucho m�s nutrido.
La muerte de alguien que amamos siempre es una p�rdida personal, �ntima y solitaria, porque es una experiencia imposible de repetir por alguna otra persona. Pero al mismo tiempo, es un trance que nos acerca a cualquier persona en duelo.
Por eso, el D�a de Muertos es para nosotras y nosotros una fecha de profunda contradicci�n, entre el dolor por las y los ausentes y la alegr�a de celebrar su vida y su huella en la de nosotras y nosotros.
El 2 de noviembre es la ambivalencia de la profunda tristeza por quienes ya no est�n y la felicidad de poder festejarlas y festejarlos aunque sea por un d�a, invitarles un caf�, un taquito, una copa, decirles, con su retrato enmarcado, que les recordamos siempre.
Pero tambi�n, como dije, es una fecha para ser emp�ticos con todas y todos los que han vivido la separaci�n de la muerte.
Es una oportunidad para identificarnos en cualquier doliente y hacerle saber que compartimos sus sentimientos: su quebranto, su soledad o su desconsuelo.
Decirle que as� como todas y todos vamos a morir, tambi�n a todas y todos se nos ha muerto alguien.
Es vernos en su dolor y tratar de imaginar por lo que est� pasando.
Hoy que vuelvo a ver la fotograf�a que nos tomamos en la tumba de Chita, me doy cuenta de que algo de todo eso hubo en su adi�s.
Ning�n rostro de mis primas, primos, sobrinas o sobrinos est� llorando en esa foto. En algunos hay una sonrisa, casi de fiesta. Cada quien vivi� un dolor �nico y al mismo tiempo compartido. Cada quien enfrent� esa mezcla de quebranto por su muerte y alegr�a porque estuvo con nosotras y nosotros m�s de 90 a�os, ense��ndonos cosas, regal�ndonos su amor.
Hoy va a ser un d�a ocupado para Chita, porque tiene much�simos altares que visitar.
Nos va a encontrar como nos dej�: tristes pero felices, solos pero acompa�ados.
*Diputado Local. Presidente de la Junta de Coordinaci�n Pol�tica del Congreso del Estado* |
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