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Actualizado: 2018-05-08 |
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Cr�nicas urgentes
Vencedores y vencidos en las redes
Claudia Constantino
El debate p�blico de este inicio de semana versa en una pregunta fundamental �el linchamiento p�blico de Ricardo Alem�n y su despido de Televisa y Canal 11 es un triunfo de la democracia o de la intolerancia disfrazada de �sta?
De haber sido lo primero, tras difundirse la noticia, los ataques entre adversarios pol�ticos habr�a cesado, los insultos se habr�an tornado en argumentos bien sustentados y las descalificaciones habr�an mutado en propuestas, pero no ha sido as�.
Lejos de que ello sucediera, los simpatizantes de Andr�s Manuel L�pez Obrador (el agraviado), a�n habiendo obtenido justicia, despertaron con ese dejo de los vencedores y arreciaron sus ataques con los mismos dichos desde hace 12 a�os. Pero hoy, con la insufrible actitud de quien ostenta el monopolio de la verdad.
Al grito de �No mas PRIAN� (que incluye al resto de los partidos que no los apoyan) y con los ojos cerrados ante las adhesiones de Espino, Korrodi, Romo, Elba Esther, Bartlett, Lomel�, y tantos m�s redimidos por su l�der, las huestes de MORENA se ostentan como �la izquierda progresista� y no ven, ni de chiste, a su lado al PES o a Napole�n G�mez Urrutia.
Con la mesura que aparentemente la caracteriza, Tatiana Clouthier ha alcanzado a advertirle a M�xico: �Pedimos el voto por el morenista para alcanzar la Presidencia�pero no por el carro completo�. Y es que, congruente como se ha mostrado, debe saber que ese tampoco es el camino id�neo para M�xico.
Hay quienes leen los despidos del columnista Ricardo Alem�n, como un tributo al puntero en las encuestas. Hay quienes se los atribuyen al poder de las redes sociales, territorio de AMLO, donde es todo un TweettStar, con gran respuesta en Facebook.
Si de las redes sociales se tratase, la ventaja de MORENA rumbo a la presidencia de la rep�blica ser�a m�s amplia. Pero hay grandes extensiones de M�xico que escapan a este ambiente, el llamado voto verde. Ah�, se camina, se le habla de frente a la gente, se convence, se hacen compromisos, se trabaja con la maquinaria electoral tradicional. Dicen que ah� gana el carisma, la propuesta, el dinero. Los seguidores de Andr�s Manuel aseguran que es el �nico de los tres candidatos que ha estado en todos los municipios del pa�s, aunque no aclaran hace cu�nto tiempo y con qu� efecto.
Pero es verdad que en las redes sociales, los vencedores y los vencidos son muy claros. Aunque ah� converge la minor�a del padr�n electoral que se estar� jugando el pr�ximo primero de julio, es un referente claro para los candidatos y sus huestes. Tambi�n es un confuso escaparate para los indecisos y una Tierra desconocida para los millones de electores que no est�n ah� o no entienden lo que ah� pasa.
El peligro para los �vencedores� a priori, o que al menos eso se sienten (a juzgar por su discurso y actitudes) es la percepci�n, que comienza a crecer, de que: �no vayamos a encumbrar a un candidato populista, ignorante, intolerante, caprichoso, cansado�. Aunque esta fuera una muy remota posibilidad, merece un sesudo an�lisis, mesura y por supuesto, muchos contrapesos. No podemos dejar gobernar a solas a un grupo que tambi�n despierta tantas sospechas.
El camino de las elecciones en M�xico parece muy intrincado y poco alentador: Tener que elegir al menos pernicioso de entre una mar de pol�ticos perniciosos. Pero aunque no nos guste, esta es nuestra realidad y nos corresponde cumplir con la encomienda de la manera m�s inteligente que se pueda.
No nos dejemos apantallar por el que acusa al adversario con m�s severidad. Notemos que a menudo, los candidatos y sus colaboradores cometen los mismos delitos que se�alan y acusan. D�monos cuenta de que ninguno est� libre de pecado y que los pactos con los se�ores del dinero seguir�n prevaleciendo llegue quien llegue. No son tiempos de caudillos. La era de los salvadores de la patria se acab�, si es que una d�a hubo una. Las redes sociales son esa nueva arma de un sociedad enojada, cansada, indignada, �hasta la madre�. Cuid�monos de que no se use para darnos un tiro en la sien.
Cualquier comentario para esta columna que desconf�a de las desiciones viscerales, a:
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