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Jueves 25 de abril de 2024
El Dec�logo del Populismo doce a�os despu�s (II)

Actualizado: 2018-03-28
El Dec�logo del Populismo
doce a�os despu�s (II)

Rafael P�rez C�rdenas

Reconocer el perfil de quienes aspiran a la Presidencia de la Rep�blica no es un asunto de dogmas; deber�n revisar en las alforjas de su historia pol�tica y personal si el discurso que hoy presentan al electorado corresponde a lo que ser�n como mandatarios.

�Deberemos creer en el combate a la corrupci�n de Anaya cuando no sabe c�mo explicar su s�bita riqueza? �Ser� verdad la promesa de Andr�s Manuel de que no caer� en la tentaci�n de profesar el rancio populismo iberoamericano de hace una d�cada? �Acaso Meade ser� capaz de revertir los pendientes de un modelo que ha concentrado la riqueza y ampliado la pobreza? Lo �nico cierto es que no se puede improvisar por la sencilla raz�n de que no hay tiempo ni dinero.

En la entrega de ayer recuper�bamos una precisa disecci�n del ADN del populismo, publicada por el historiador Enrique Krauze hace m�s de una d�cada. Concluimos con los rasgos faltantes:

6) El populista alienta el odio de clases. Los populistas latinoamericanos corresponden a la definici�n cl�sica, con un matiz: hostigan a "los ricos" (a quienes acusan a menudo de ser "antinacionales"), pero atraen a los "empresarios patri�ticos" que apoyan al r�gimen. El populista no busca por fuerza abolir el mercado: supedita a sus agentes y los manipula a su favor.

7) El populista moviliza permanentemente a los grupos sociales. El populismo apela, organiza, enardece a las masas. La plaza p�blica es un teatro donde aparece "Su Majestad El Pueblo" para demostrar su fuerza y escuchar las invectivas contra "los malos" de dentro y fuera. "El pueblo", claro, no es la suma de voluntades individuales expresadas en un voto y representadas por un parlamento; [�] sino una masa selectiva y vociferante [�]

8) El populismo fustiga por sistema al "enemigo exterior". Inmune a la cr�tica y al�rgico a la autocr�tica, necesitado de se�alar chivos expiatorios para los fracasos, el r�gimen populista (m�s nacionalista que patriota) requiere desviar la atenci�n interna hacia el adversario de fuera. [�] Un triste r�gimen definido por lo que odia, no por lo que ama, aspira o logra.

9) El populismo desprecia el orden legal. Hay en la cultura pol�tica iberoamericana un apego at�vico a la "ley natural" y una desconfianza a las leyes hechas por el hombre. Por eso, una vez en el poder (como Ch�vez), el caudillo tiende a apoderarse del Congreso e inducir la "justicia directa" ("popular", "bolivariana"), remedo de una "Fuenteovejuna" que, para los efectos pr�cticos, es la justicia que el propio l�der decreta. Hoy por hoy, el Congreso y la Judicatura son un ap�ndice de Ch�vez, igual que en la Argentina lo eran de Per�n y Evita, quienes suprimieron la inmunidad parlamentaria y depuraron, a su conveniencia, el Poder Judicial.

10) El populismo mina, domina y, en �ltimo t�rmino, domestica o cancela las instituciones de la democracia liberal. El populismo abomina de los l�mites a su poder, los considera aristocr�ticos, olig�rquicos, contrarios a la "voluntad popular". En el l�mite de su carrera, Evita busc� la candidatura a la Vicepresidencia de la Rep�blica. Per�n se neg� a apoyarla. De haber sobrevivido, �es impensable imaginarla tramando el derrocamiento de su marido? No por casualidad, en sus aciagos tiempos de actriz radiof�nica, hab�a representado a Catalina la Grande. En cuanto a Ch�vez, ha declarado que su horizonte m�nimo es el a�o 2020. (Lo cual hubiera logrado sino lo doblega la muerte; su maltrecha herencia acab� de hundir al pa�s. Nota del columnista).

Krauze concluye: �Por qu� renace una y otra vez en Iberoam�rica la mala yerba del populismo? Las razones son diversas y complejas, pero apunto dos. En primer lugar, porque sus ra�ces se hunden en una noci�n muy antigua de "soberan�a popular" que los neoescol�sticos del siglo XVI y XVII propagaron en los dominios espa�oles, y que tuvo una influencia decisiva en las guerras de Independencia desde Buenos Aires hasta M�xico. El populismo tiene, por a�adidura, una naturaleza perversamente "moderada" o "provisional": no termina por ser plenamente dictatorial ni totalitario; por eso alimenta sin cesar la enga�osa ilusi�n de un futuro mejor, enmascara los desastres que provoca, posterga el examen objetivo de sus actos, doblega la cr�tica, adultera la verdad, adormece, corrompe y degrada el esp�ritu p�blico.

Desde los griegos hasta el siglo XXI, pasando por el aterrador siglo XX, la lecci�n es clara: el inevitable efecto de la demagogia es "subvertir la democracia".

El populismo, como plantea el historiador, no es un patrimonio exclusivo de quienes arropan una ideolog�a de izquierda; se esconde tambi�n en una derecha que busca distorsionar la realidad. Su sombra recorre con escalofriante cercan�a nuestra elecci�n.

Las del estribo�

1. Es tiempo de descansar. Los pr�ximos d�as no habr� razones y pasiones que valgan. Esta columna dejar� descansar a sus lectores y volver� a publicarse hasta el pr�ximo lunes. Para entonces, como dec�a la abuela, p�jaros nuevos habr�. Que sean estos d�as de Semana Santa un tiempo para la tranquilidad y la reflexi�n.
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