| Esti�rcol electoral |
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Actualizado: 2018-02-14 |
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R�brica
Esti�rcol electoral
Por Aurelio Contreras Moreno
Cada vez que est� en curso un proceso electoral, por los menos desde hace 30 a�os, una de sus principales caracter�sticas es el uso de las peores t�cticas para intentar desacreditar a los rivales pol�ticos. La �guerra sucia�, le llaman. Y esta ocasi�n no es la excepci�n.
Esas pr�cticas de denostaci�n, injuria y/o calumnia del adversario pol�tico no conocen l�mites ni reglas. No importa que al destruirse la reputaci�n de un contendiente se da�e irreversiblemente a su familia, su trabajo o su vida entera. Por encima de todo, est� el acceso al poder. Y si para eso hay que despedazar al de enfrente con verdades a medias o mentiras completas, muchos pol�ticos �con honrosas y muy contadas excepciones- est�n dispuestos a revolcarse en ese pozo de mierda sin contemplaci�n alguna.
Mediante trascendidos, filtraciones, declaraciones teledirigidas y hasta meras suposiciones, la guerra sucia electoral ocupa los reflectores de la agenda pol�tica en temporada de campa�as, alentada en muchas ocasiones por medios que deciden transfigurarse en mandaderos, en pati�os y hasta en sicarios al servicio de los intereses de alguno de los grupos que se disputan el poder.
Como dec�amos al principio, este proceso electoral no ser� la excepci�n. Por el contrario, la refriega en la �poca de las redes sociales, el Whatsapp y las �fake news� se avizora peor que nunca, gracias tambi�n a una sociedad con una paup�rrima cultura pol�tica y con h�bitos de consumo de noticias centrados en el morbo y no en la exigencia de calidad en los contenidos. Entre m�s chismes, y entre m�s sucios, mejor.
En Veracruz llevamos por lo menos 14 a�os ininterrumpidos en esa din�mica pol�tica funesta, en la que el lanzamiento de suciedad como arma y �estrategia� ha envilecido el intercambio p�blico. No se debaten ideas y proyectos, sino supuestos o reales vicios y debilidades, de los que ni siquiera ha sido necesario presentar pruebas, pues lo que se busca no es hacer justicia, exhibir fallas de manera leg�tima o contrastar la viabilidad de las propuestas, sino simple y llanamente aniquilar al adversario con el que se compite por un cargo p�blico.
Antes y ahora, tanto el actual gobernador de Veracruz, Miguel �ngel Yunes Linares, como sus antecesores Javier Duarte de Ochoa y Fidel Herrera Beltr�n, han sido lo mismo verdugos que �v�ctimas� �suponiendo que se les pueda considerar as�- en campa�as de desprestigio de la m�s baja estofa. Enderezadas entre ellos mismos, pero tambi�n contra y a trav�s de otros actores. Han sido los protagonistas y los directores de una trama tr�gica que ha polarizado a la poblaci�n y empobrecido, en todos los sentidos, la vida en la entidad.
La persistencia de estas malas pr�cticas durante el proceso electoral en curso demuestra que la clase pol�tica que las usa no quiere un verdadero cambio en la manera como se dirimen las diferencias o se toman las decisiones de mayor trascendencia para la poblaci�n. Mucho menos es su objetivo que tengamos mejores gobernantes ni representantes populares con responsabilidad social ni vocaci�n de servicio.
Y en esas condiciones, con una clase pol�tica tan ruin, un espectro medi�tico tan degradado y una sociedad tan indolente, cerrada y poco exigente, no podemos esperar otra cosa m�s que el esti�rcol electoral nos inunde y ahogue las esperanzas de algo, si no mejor, por lo menos diferente.
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