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Actualizado: 2018-02-13 |
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R�brica
R�moras
Por Aurelio Contreras Moreno
Adem�s de su cada vez mayor desvinculaci�n y falta de representatividad social, el sistema de partidos en M�xico se ha convertido en un aut�ntico tianguis, en el que no hay ideas, propuestas o posturas que valgan frente al c�lculo de la ganancia electoral.
Y si bien los grandes partidos hist�ricos y los grupos de poder que los controlan han sido los principales usufructuarios de ese mercado de votos, sus escisiones convertidas luego en lo que se conoce como la �chiquillada� partidista, han encontrado una veta para hacer de estos institutos pol�ticos sendos y multimillonarios negocios para unos cuantos, a partir de dinero p�blico.
Las reformas electorales de la d�cada de los 90 de la pasada centuria buscaban ampliar la participaci�n de la sociedad en los procesos de decisi�n pol�tica en condiciones de mayor equidad, para lo cual se abrieron las arcas del financiamiento p�blico y se ampli� el espectro partidista en el pa�s.
El objetivo era terminar con el monopolio del partido �nico en el poder. Y de alguna manera se logr�, primero, cuando en 1997 el PRI perdi� la mayor�a absoluta en el Congreso de la Uni�n. Y despu�s, cuando en el a�o 2000 entreg� la Presidencia de la Rep�blica al PAN y se dio la primera alternancia de la historia reciente.
Sin embargo, a dos d�cadas de aquellas reformas que en su momento fueron verdaderamente trascendentes, lo que vino despu�s fue la degradaci�n de un sistema que no estaba dise�ado para evitar ser desmantelado por los propios partidos, que lo desvirtuaron de tal manera que lo convirtieron en un bot�n que se reparten entre los mismos grupos de manera c�clica. Y c�nica.
La �dictadura de la coalici�n� que rige los procesos electorales desde hace casi 20 a�os ha desdibujado por completo todas las identidades partidistas, beneficiando particularmente a los partidos m�s peque�os, que como aut�nticos mercenarios de la pol�tica se alquilan al mejor postor de acuerdo con los c�lculos de su beneficio particular. Porque el de la sociedad a la que dicen representar, no les importa en absoluto.
As� es como vemos alianzas inveros�miles cuyo �nico fin es acceder al poder, como las del PAN y el PRD, que le permitieron al segundo no desaparecer, a cambio de olvidarse por completo de las reivindicaciones y banderas que alguna vez le dieron sentido a su existencia, mientras el primero se queda con las rebanadas m�s grandes del pastel gubernamental.
Algo similar pasa con el PRI y el PVEM, donde el primero ha cargado con el segundo por casi 20 a�os. Pero como ahora los verdes se sienten fuertes frente al brutal descr�dito que afecta al tricolor, le venden a �ste cada vez m�s �caro� su �amor�.
En el caso de los partiditos es todav�a m�s grotesco. De una elecci�n a otra, franquicias pol�ticas como Nueva Alianza, el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano pueden aliarse con la derecha, con la supuesta izquierda o con el priismo recargado, sin ruborizarse por ser se�alados de cometer incongruencias, pues eso les tiene sin cuidado.
De esta forma, un partido de supuesta �izquierda�, como Morena, puede coaligarse sin problema con un bodrio pol�tico como Encuentro Social, en donde lo mismo confluye la ultraderecha religiosa que tr�nsfugas del priismo, el panismo y lo que se ofrezca en el camino.
El resultado es un mazacote pol�tico que no aporta ninguna idea, ning�n proyecto de pa�s ni de estado, pues de lo que se trata es de ganar elecciones y acceder al poder. Ya una vez ah�, se ver� qu� se hace.
Tales carencias program�ticas, sociales y de identidad, han empobrecido el escenario pol�tico-partidista y provocado que las elecciones dependan de la postulaci�n de l�deres carism�ticos, bien parecidos, buenos oradores o con grandes recursos econ�micos a su disposici�n, que a la hora de enfrentar responsabilidades p�blicas se enfrentan, tambi�n, con su atroz incapacidad.
La partidocracia nos ha dejado infestados de r�moras, que viven de sangrarnos a los ciudadanos.
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Twitter: yeyocontreras
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